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Sudáfrica, el país del arcoíris

Ciudades electrizantes en las que late el futuro. Una colección sin igual de ecosistemas y parajes naturales rebosantes de vida sobre los que reinan los Cinco Grandes. Una riqueza cultural e histórica que dan forma a un legado único. Así se define a un país al que el mundo entero contempla con asombro. Bienvenidos a Sudáfrica

El Parque de Elefantes de Tembe, en el norte, se creó en 1983 para proteger a los ejemplares que migraban entre Maputaland y el sur de Mozambique, huyendo de los furtivos.

En cualquier momento del año, la llovizna más pertinaz y el sol más radiante se turnan, sin interrupción, para pintar el cielo de la bahía de la cosmopolita Durban, la tercera ciudad más grande de Sudáfrica. Así, entre playas pobladas por surfistas y vendedores ambulantes del popular bunny chow ─un pan de molde ahuecado relleno de curry y carne que se ha convertido en la mayor contribución africana a la street food mundial─, un arcoíris adorna casi constantemente la bahía de la ciudad, que acoge el puerto más grande de África. Un trasiego de gentes y mercancías define, tanto como ese arcoíris perpetuo, el carácter de un país cincelado por la naturaleza, la historia y, sobre todo, la diversidad.

No por nada ese arcoíris es el lema de Sudáfrica. Refleja su diversidad, única en el mundo, ejemplificada en las once lenguas oficiales, las tres ciudades con rango de capital o la miríada de religiones y pueblos que la habitan, y que tiene también su espejo en la infinidad de experiencias viajeras, únicas en el mundo, con las que el país aguarda a sus visitantes. Estas son algunas de ellas.

Por sus vibrantes ciudades

Hace ya varias décadas que Ciudad del Cabo se ha subido al podio de las ciudades más bellas del mundo. Protegida y vigilada por la icónica Table Mountain, la Ciudad Madre ⎯Ciudad del Cabo es la urbe más antigua del país⎯ atrae a visitantes de todo el planeta, que se asombran ante su belleza natural, sus playas ⎯las de Clifton y Camps Bay, las mejores⎯ y la altísima calidad de vida que rebosa en cada rincón. Nombrada Capital Mundial de Diseño en 2015, Ciudad del Cabo tiene la mejor pasarela posible en su frente marítimo, el Victoria & Albert Waterfront, asomado al Índico. Desde ahí se divisa la silueta de la isla Robben, donde estuvo el presidio de Nelson Mandela durante décadas y que, hoy, es símbolo de reconciliación nacional.

La estatua de Nelson Mandela en los jardines Union Buildings (Pretoria), de nueve metros de altura, preside un imponente mirador sobre la ciudad.

El país tiene tres capitales. Ciudad del Cabo es la legislativa. En el interior, Bloemfontein, coqueta y relajada, conocida como “la ciudad de las rosas”, es la judicial. Y Pretoria, de fuerte herencia böer y cuna de Paul Kruger, uno de los grandes personajes de la historia sudafricana, es la capital administrativa. Esa capitalidad luce en el trasiego de funcionarios y lobbistas que llenan a todas horas Church Square, el corazón de la ciudad, y sobre todo lo hace en la colina en la que se asientan los Union Buildings, un complejo de regios edificios gubernamentales en cuyos jardines Mandela dio su discurso más multitudinario y donde se celebran las ceremonias de investidura de los presidentes de la república. La vista, espectacular, muestra el perfil de Pretoria y alcanza hasta el Voortreker Monument, un imponente memorial en honor de los böer.

A apenas 50 kilómetros de Pretoria está la cuarta capital de facto del país, en este caso la económica: la frenética Johannesburgo, el centro financiero más importante del continente. Sus rascacielos, galerías de arte y legendarios shebeen (cantinas populares presentes en cada pliegue de la ciudad) complementan una intensa experiencia viajera en la que no puede faltar una visita a Soweto, el enérgico distrito que durante décadas sufrió la cara más cruel del irracional Apartheid, y que es hoy uno de los más creativos de África. El mayor símbolo de esa transformación son las Orlando Towers, las torres de la central que surtía de electricidad a Johannesburgo y que, con la caída del Apartheid, se convirtieron en un gigantesco lienzo de arte urbano donde, hoy, se puede practicar tirolina y puenting. Esta nueva realidad debe mucho a dos figuras históricas de las que todo el planeta se siente orgulloso y que vivieron durante décadas en la misma calle de Soweto, Vilakazi Street: Nelson Mandela ⎯residente durante más de 15 años y hasta su entrada en prisión de una modesta casa, convertida hoy en museo⎯, y el reverendo Desmond Tutu, también Premio Nobel de la Paz.

El litoral del Índico ofrece fondos idílicos para el buceo. En la imagen, un fotógrafo documenta la espectacular Great Sardine Run, en Kwa-Zulu-Natal.

Tesoros naturales

Pero hablar de Sudáfrica es hacerlo también de naturaleza desatada, que impone su presencia con la misma vitalidad con la que lo hacen los reyes de la fauna, los Cinco Grandes: elefantes, búfalos, leopardos, rinocerontes y leones comparten la considerada como mejor reserva natural del mundo, el Parque Nacional de Kruger. En el norte del país, sus casi dos millones de hectáreas de sabana acogen hasta 16 ecosistemas con importantes poblaciones de hipopótamos, jirafas, cebras, antílopes, guepardos y hienas. Un auténtico paraíso natural, sin parangón en el planeta, ideal para ser descubierto acampando en un safari o en rutas de 4x4.

La otra gran joya de la corona de la naturaleza sudafricana es la Reserva Natural Blyde River Canyon. Situada en Mpumalanga, “la tierra por donde sale el sol”, a medio camino entre Johannesburgo y el Parque Nacional Kruger, la reserva alberga más de mil especies de flora y fauna. Entre sus parajes destaca La Ventana de Dios, el tercer cañón más grande del mundo, que regala una de las vistas más asombrosas y espectaculares de Sudáfrica: alcanza a las lejanas montañas de Lebombo, el Parque Kruger, e incluso, en días claros, la costa de Mozambique.

Un hombre se asoma a Los Baches de la Suerte, en Mpumalanga, en las estribaciones del Gran Cañón del río Blyde.@shawn_9

La reserva es punto de partida de una de los recorridos escénicos más espectaculares del país, la Ruta Panorama. Estas rutas son la mejor manera de descubrir la rotunda geografía sudafricana. La más popular de ellas es la Ruta Jardín, que da forma a uno de los roadtrips más espectaculares del mundo, y que se extiende por el litoral sur sudafricano, entre los dos océanos, desde la Bahía de Mossel, en el Cabo Occidental, hasta el extremo oeste de Cabo Oriental, el punto emblemático de la famosa Wild Coast.

Varias rutas invitan a evadirse al volante. La más popular es la Ruta Jardín, que da forma a uno de los roadtrips más espectaculares del mundo, y que se extiende por el litoral sur sudafricano, entre los dos océanos

Este tramo de litoral resulta ideal para ser explorado a pie, en 4x4 o incluso a caballo, y abundan las propuestas de expediciones de pesca, snorkel o salidas de buceo: aquí tiene lugar entre los meses de junio y julio uno de los mayores espectáculos de la naturaleza sudafricana, la Great Sardine Run. Ingentes bancos de sardinas emigran de las aguas más frías alrededor del Cabo a las aguas más cálidas de Kwa-Zulu Natal para dar a luz, tras lo que regresan al Cabo, seguidas por decenas de miles de delfines, aves, ballenas, escualos… Y, sobre todos ellos, el arcoíris.

Sudáfrica cuenta con más de 2.500 km de costa, en la que confluyen dos océanos. En Durban hay varias olas cotizadas por los surfistas.

Para más información visita la página web de Turismo de Sudáfrica.

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