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Diez playas muy activas

Del surf al montañismo y del kayak al buceo, todo es posible en la costa española

El viento térmico de levante nace al mediodía en las laderas del Montgó e insufla velas y parapentes. En la zona de dunas vírgenes de Oliva que acompaña al chiringuito Oli-ba-ba comienza el sector acotado para el kitesurf. Gracias a la poca ola y al mucho viento constante se observan saltos y piruetas. La escuela de vela Oliva-Surf (www.olivasurf.com) cuenta con 25 monitores y un buen apartotel de dos llaves que poco tiene que ver con los albergues al uso.
Un playazo que admita la equitación en verano es algo casi exclusivo del espacio natural de Doñana. A primera hora del día y a última de la tarde empiezan los paseos de Arte Andaluz (www.arteandaluz.es) por una playa infinita escoltada por un acantilado de dunas fósiles. Chapoteando al paso y en fila india, los jinetes, mayormente novatos, reciben la brisa del Atlántico. Siempre se pasa por la ruinosa torre vigía del Loro, protagonista de numerosas filmaciones.
A los pies de un alto acantilado recorrido por una escalinata pétrea, Campelo es un edén tan aconsejado para tomar el sol como desaconsejado para el baño. La zona central de estos salvajes cantiles se está desmoronando por la fuerza del océano, dejando la arena punteada de bolos. Hace mucho que los surferos descubrieron su potente ola izquierda, así como los picos de la corriente que lleva al farallón Medote. Lo ideal es surfear justo después de la bajamar.
El paddle surf (surf a remo) o stand-up-surf (SUP) es actualmente uno de los deportes de mayor crecimiento. Uno se desliza de pie o de rodillas sobre tablas anchas y pesadas que permiten permanecer estable sobre el oleaje. En el parque natural de Oyambre, Oyambre Surf (oyambresurf.com) propone un relajante recorrido durante la pleamar descubriendo los secretos de la ría de la Rabia, entre dunas, al paso de las garzas y las ánades reales.
A la vera del cabo Tiñoso, entre acantilados, se encuentra El Portús, donde salen las rutas en kayak de Portuskayak (www.portuskayak.com). Una salida que fusiona aventura y conocimiento del medio lleva a la cueva de Neptuno. También podremos maravillarnos con los fondos de posidonia de las playas de cala Aguilar, Las Gemelas y Los Boletes. Como está prohibido pisar la isla de los Colomos, al ser hábitat de paíños y pardelas, se atraviesa por el canal que la divide.
El montañismo asociado a la playa más remota de España tiene por nombre Güí-Güí. Este doble arenal abrochado entre ciclópeos roques exige dos horas y media de ruta desde Tasartico, incluyendo la ascensión a un risco que el sol solo permite trepar a primera o última hora (llevar dos litros de agua). Para aligerar el madrugón, se puede pernoctar en el hotel Cascajos (www.hotelcascajos.es). El día se pasa entre baños, respetando siempre el estado del océano. Una maravilla. En la foto, la playa de Güí-Güí.Alamy Stock Photo
El superhéroe sale erguido del Mediterráneo hasta alcanzar cuatro metros de altura, propulsado en los talones por una manguera; vuelve a zambullirse de cabeza y retorna a la superficie como el cohete de un submarino. Se trata del flyboard, diversión nacida en 2011. En Flyboard Torrevieja (www.flyboardtorrevieja.es) ofrecen además el Jeckpack, consistente en ir sentado con una mochila a la que se conecta el tubo propulsor. En ambos casos el coste es de 80 euros por 20 emocionantes minutos .
Sobre todo cuando sopla el poniente, los buceadores desfilan desde sus coches hasta la orilla de Los Berengueles. No hace falta salir en lancha, a escasos metros encontramos profundidades de 14 y 17 metros. La escuela Buceo Aqualia (www.buceoaqualia.com) nos adentra en estas paredes tapizadas de coral estrella naranja y nudibranquios. El pez luna suele verse algo más lejos. Podremos comer en el club de playa.Buceo Aqualia
Es la magdalena de Proust para miles de esquiadores acuáticos. Cable-Ski (www.cableskibenidorm.com) tiene cuatro torres unidas por un cable, similar al de los telesquíes, que arrastra a los esquiadores. Está situado a 80 metros de la arena y consta de un kilómetro de circuito para un máximo de 12 personas. Dos horas al día el cable alcanza los 58 kilómetros por hora para que los más atrevidos afronten el eslalon entre boyas subidos al monoesquí.Cable-Ski