Citas

La mente nublada de un maestro de la pintura

Las neurosis de Edvard Munch llegarán en octubre al museo Thyssen de Madrid

Un óleo de Edvard Munch (‘Mujer desnuda en la cama’, 1902) en la Fundación Beyeler de Basilea (Suiza).CHRISTIAN HARTMANN

Todo en la vida y la obra de Edvard Munch (Loeiten,1863-Oslo, 1944) tiene que ver con la enfermedad, la locura y la muerte, que, como él mismo escribió, fueron los ángeles negros que velaron su cuna. Huérfano de madre con apenas cinco años, la demencia religiosa de su padre fue el abono perfecto para que la inestabilidad, la angustia y las neurosis fueran sus inevitables compañeras de viaje. Su hermana adolescente Sophie murió de tuberculosis, como la madre, cuando él tenía 14 años, y durante 40 años hizo variaciones...

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Todo en la vida y la obra de Edvard Munch (Loeiten,1863-Oslo, 1944) tiene que ver con la enfermedad, la locura y la muerte, que, como él mismo escribió, fueron los ángeles negros que velaron su cuna. Huérfano de madre con apenas cinco años, la demencia religiosa de su padre fue el abono perfecto para que la inestabilidad, la angustia y las neurosis fueran sus inevitables compañeras de viaje. Su hermana adolescente Sophie murió de tuberculosis, como la madre, cuando él tenía 14 años, y durante 40 años hizo variaciones del cuadro La niña enferma. La inminencia del peligro, la oscuridad, el sexo perturbador, lo lúgubre, todo queda plasmado en sus colores ceniza, en sus tenebrosos y bellos malvas, en sus verdes lima. El vaivén psicológico extremo le impedía respirar, pero su obra conmocionó al público desde sus primeras exposiciones, lo que le situaría en la cima que solo alcanzan los maestros.

En España hay pocas obras de Munch (cuatro en el Thyssen y una en la colección Abelló) y desde hace 30 años no se le dedica una exposición. Por ello, la retrospectiva que ha programado la Fundación Thyssen el próximo otoño será una de las muestras imprescindibles del año. Se inaugurará el 6 de octubre de 2015 y estará abierta hasta el 17 de enero de 2016 en el Museo Thyssen de Madrid.

Autorretrato con dos colores de fondo, de 1904, obra de Edvard Munch vendida en subasta en Londres en 2006 por unos cinco millones de euros.BRIDGEMAN IMAGES

Hace más de dos años que Paloma Alarcó, jefa de conservación de pintura moderna del Thyssen, trabaja en este proyecto. Más que mostrar una galería de las obras más señeras del artista noruego, Alarcó ha optado por profundizar en su fuerza creadora y en dar a conocer su hipnotizante temática en torno al hombre contemporáneo (hombres solitarios vestidos de negro que se llevan las manos a la cabeza). Cuenta Alarcó que las últimas publicaciones y exposiciones, en especial la reciente Munch 150, organizada por el Museo Munch y el Nasjonalmuseet de Oslo en 2013, han logrado liberar al pintor de muchos estereotipos. Quiere presentarlo como un artista que contribuyó a cambiar la historia del arte.

En Madrid se expondrán cerca de 70 piezas, incluyendo pinturas, obra sobre papel y grabados, procedentes del Museo Munch (institución que presta 30 obras) y otras colecciones europeas y estadounidenses (Museo de Arte Moderno y Metropolitan de Nueva York; Kimbell Art Museum de Fort Worth; Tate de Londres; Albertina de Viena; Staatsgalerie de Stuttgart y Kunstmuseum de Basilea). La exposición servirá para examinar la larga y prolífica carrera de este pintor noruego y analizar las técnicas artísticas de las que se valió para orientar el espacio pictórico hacia una dimensión psíquica.

No vendrá ninguna de las cuatro versiones que realizó sobre El grito, su obra más popular. Tres de ellas forman parte de colecciones noruegas y no se prestan nunca, y la cuarta está en manos privadas (fue vendida en subasta por 81 millones de euros en 2012, récord de ventas del artista). Sí se incluirá en la muestra madrileña un grabado sobre El grito, una pieza nada menor si se tiene en cuenta que su obra como litógrafo, aguafuertista o xilógrafo poco tiene que envidiar a la que realizó como pintor. Munch también destaca por sus grabados. “Fue excelente y un pionero en esta técnica”, dice Paloma Alarcó. “Pero queremos subrayar que la intención es que se entienda a Munch en conjunto, no por sus iconos”.

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