VIAJEROS URBANOS

La Lisboa de la Revolución

Recorrido por siete puntos clave de la 'Revolução dos Cravos' de 1974

Un tranvía en la Praça do Comercio de Lisboa. Getty

Una madrugada de abril de 1974, Portugal se preparaba, sin saberlo, para vivir el día más importante de su historia moderna. Todo se gestó en cuarteles, oficinas, despachos, a golpe de teléfono y de largas conversaciones frente a los marciales retratos de Marcelo Caetano, último caudillo de una dictadura a la que, después de casi 50 años, le faltaban pocas horas para caer.

Es cierto que lo que más adelante fue conocido como Revolución de los Claveles comenzó como una acción puramente militar, urdida por capitanes y generales hartos de una guerra colonia...

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Una madrugada de abril de 1974, Portugal se preparaba, sin saberlo, para vivir el día más importante de su historia moderna. Todo se gestó en cuarteles, oficinas, despachos, a golpe de teléfono y de largas conversaciones frente a los marciales retratos de Marcelo Caetano, último caudillo de una dictadura a la que, después de casi 50 años, le faltaban pocas horas para caer.

Es cierto que lo que más adelante fue conocido como Revolución de los Claveles comenzó como una acción puramente militar, urdida por capitanes y generales hartos de una guerra colonial que se cebaba, además de con las colonias que Portugal mantenía en África (Mozambique, Guinea Bissau y Angola), con los jóvenes reclutas portugueses llamados a filas y normalmente enrolados desde las capas más desfavorecidas de la sociedad. Sin embargo, la Revolução dos Cravos fue una revolución del pueblo. La calle fue ganando protagonismo a medida que el antiguo régimen dictatorial iba mostrando su resistencia a derrumbarse. Cientos de miles de portugueses abarrotaron las avenidas, las plazas, las pequeñas calles que serpentean por Lisboa y dieron apoyo a los tanques y a los militares que marchaban hacia el Cuartel do Carmo, donde Caetano se refugiaba con los últimos reductos de la policía política. Esta simbiosis entre sociedad y ejército tuvo su símbolo más memorable en los claveles rojos que comenzaron a brotar de los fusiles de los soldados, en un principio distribuidos por las vendedoras de flores del Rossio, ya después colocados por los propios militares, que mostraban así su voluntad de no disparar un solo tiro.

Proponemos un recorrido por siete puntos clave de aquel 25 de abril de 1974, siete lugares que quedaron impresos en la historia de Lisboa y de Portugal.

Praça do Comercio

Esta famosa plaza, también conocida como Terreiro do Paço y una de las más grandes de Europa, fue escenario de los primeros movimientos de los rebeldes en Lisboa. Desde Santarém, conscientes de la importancia de tomar este punto neurálgico de la ciudad, tropas de la Escola Prática de Cavalaria, comandadas por el capitán Salgueiro Maia, comenzaron aquí su marcha hacia el Largo do Carmo. Lugar de residencia del rey D. Manuel I en 1511, esta bella plaza alberga hoy el Museu da Cerveja, las bellas torres del antiguo Paço da Ribeira y el café Martinho da Arcada, donde Fernando Pessoa acostumbraba a tomar absenta o lo que fuera que gustara beber para vencer su desassossego.

Rua Augusta

Por esta calle, aunque parezca difícil, marcharon los tanques ante el asombro de los transeúntes. Es una de las principales arterias de la ciudad, hoy en día peatonal y repleta de bares y restaurantes. Aquí los camareros animan a los turistas a probar los platos del día, suenan las guitarras y timbales de los músicos callejeros y se suceden, desde la esquina con Terreiro do Paço, los puestos de los vendedores ambulantes.

Edificio de la Radio Renascença

Desde esta estación de radio, en la Rua de Ivens 14, fue emitida la consigna secreta que marcó el inicio sin retorno de las maniobras del Movimiento de las Fuerzas Armadas. El Grândola, Vila Morena, canción compuesta por Zeca Afonso, hoy un símbolo y una declaración de principios en las manifestaciones contra la Troika y los recortes del gobierno de Passos Coelho, fue lanzada a las ondas por el periodista y poeta mozambiqueño Leite de Vasconcelos. Hoy la calle se abre desde el Largo da Academia Nacional de Belas Artes, una plaza muy frecuentada por estudiantes.

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Praça Dom Pedro IV, Rossio

Conocida como Praça do Rossio, fue aquí donde, aquel jueves de 1974, los comerciantes y vendedoras de flores comenzaron a repartir pan, café y claveles rojos entre los soldados. Hoy es, probablemente, la plaza más importante de la ciudad. Rodeándola, se levantan la bella Estação Ferroviaria do Rossio, el Teatro D. Maria II y, en el interior de la plaza, dos fuentes gemelas que iluminan sus aguas estancadas al caer la noche.

Cuartel de la PIDE/DGS

La PIDE (Polícia Internacional e de Defensa do Estado) fue la principal arma de represión de la dictadura portuguesa. Tanto en el Portugal peninsular como en los territorios de ultramar, esta policía política, azote de comunistas, opositores y demás díscolos e inadaptados, fue también la causante de las únicas muertes registradas durante la Revolución de los Claveles. Atemorizados ante la multitud que se apelotonaba a las puertas de su cuartel general (en la rúa António Maria Cardoso), los últimos abanderados de la temida policía secreta abrieron fuego contra la masa de manifestantes, matando a cuatro de ellos e hiriendo a alrededor de 40. Hoy se puede ver una placa conmemorativa a los cuatro caídos, donde figuran sus nombres y apellidos.

Largo do Carmo

Marcelo Caetano vivió sus últimos minutos de poder en el Cuartel General del Carmo. Aquí se rindió al General António de Spínola y, desde aquí, huyó a Madeira y luego se exilió en Brasil (donde acabó sus días en 1980). Junto al Cuartel General se levanta el Museu Arqueológico do Carmo, en el antiguo convento que las autoridades dejaron tal y como quedó tras el terremoto de 1755, como recuerdo de las incontables víctimas que dejó aquel desastre natural. Famosas son su fuente (del siglo XVIII) y las jacarandás que florecen en primavera.

Assembleia da República (Palacio de Sao Bento)

Un año y un día después de la revolución, el 25 de abril de 1975, entra en vigor la nueva constitución democrática aprobada por los parlamentarios. Comenzaba así, poco más o menos, un largo período de casi 40 años que desembocarían en el Portugal de hoy.

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