Cartas al director

La normalización de la mediocridad

Hablando con mi padre, me resaltaba lo orgulloso que estaba de mí por los objetivos que estaba cumpliendo. Un trabajo fijo, vivo por mi cuenta y administro eficientemente mis gastos. Tengo hasta el lujo de ahorrar. Tras la primera sensación de orgullo tras escuchar estos halagos, frené en seco. Espera, esto suena mejor de lo que es. Sí, es cierto que tengo un trabajo fijo, pero en el cual apenas supero el SMI pese a llevar seis años de duros esfuerzos y sacrificios en la compañía. Vivo por mi cuenta, sí, pero en un apartamento en Madrid junto a otras tres personas que nos repartimos unos gasto...

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Hablando con mi padre, me resaltaba lo orgulloso que estaba de mí por los objetivos que estaba cumpliendo. Un trabajo fijo, vivo por mi cuenta y administro eficientemente mis gastos. Tengo hasta el lujo de ahorrar. Tras la primera sensación de orgullo tras escuchar estos halagos, frené en seco. Espera, esto suena mejor de lo que es. Sí, es cierto que tengo un trabajo fijo, pero en el cual apenas supero el SMI pese a llevar seis años de duros esfuerzos y sacrificios en la compañía. Vivo por mi cuenta, sí, pero en un apartamento en Madrid junto a otras tres personas que nos repartimos unos gastos de alquiler totalmente agresivos. Y claro que administro eficientemente mis gastos, ¡si con los gastos fijos no me queda nada que derrochar en gastos variables!

Quizás lo mejor sea sonreír ante ese orgullo que me lanza mi padre, abriendo la mirada sobre el estado de vida mediocre a los que muchos nos estamos acostumbrando.

Sergio de Acuña Porras

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Madrid

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