Columna

Noticiario europeo

Un pacto de coalición a partir de la estabilidad presupuestaria y el respeto a la legalidad constitucional es una buena noticia para la UE

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias firman el acuerdo de coalición entre sus formaciones.Andrea Comas

Las buenas noticias europeas escasean. Parecen periclitados aquellos tiempos de la frase manida: tengo una noticia buena y otra mala. Desde que estalló la crisis, todas son malas. Con excepciones, está claro, rápidamente caducadas o matizadas. Macron, a pesar de su arrogancia y de los chalecos amarillos. La caída de Salvini, a pesar de la fragilidad de Giuseppe Conte. La excelente negociación bruselense del Brexit, a pesar de la persistencia bloqueadora de los partidarios de la salida de la UE sin acuerdo.

Aunque cueste creerlo desde el Madrid polarizado y la Barcelona incendia...

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Las buenas noticias europeas escasean. Parecen periclitados aquellos tiempos de la frase manida: tengo una noticia buena y otra mala. Desde que estalló la crisis, todas son malas. Con excepciones, está claro, rápidamente caducadas o matizadas. Macron, a pesar de su arrogancia y de los chalecos amarillos. La caída de Salvini, a pesar de la fragilidad de Giuseppe Conte. La excelente negociación bruselense del Brexit, a pesar de la persistencia bloqueadora de los partidarios de la salida de la UE sin acuerdo.

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Aunque cueste creerlo desde el Madrid polarizado y la Barcelona incendiada, el preacuerdo entre el PSOE y Podemos es una excelente noticia europea, que solo lo será plenamente si se traduce en la formación rápida de un Gobierno gracias a la abstención de Esquerra Republicana. Hay argumentos para explicarlo, pero lo más importante es que ya han sido expresados en público por los portavoces de las instituciones en Bruselas.

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Tanto como los españoles, la UE necesita que España sea gobernada. Conseguir la investidura y aprobar los presupuestos es la buena noticia que todos esperamos y solo los empeoradores critican. Que sea a través de una difícil coalición sin mayoría parlamentaria no agrava la formación de Gobierno, sino que la homologa a las formas de hacer política habituales en Europa.

Le añade atractivo la insólita incorporación de la nueva izquierda transformadora, es decir, de tradición comunista, especialmente si respeta, como parece el caso, la Constitución española de 1978 (punto noveno) y los compromisos de disciplina monetaria y económica europea (punto décimo). A quienes temían a un Varoufakis español, Iglesias les dice que quiere ser Tsipras. Dicho de otro modo: es la incorporación al consenso europeo de una protesta, la del 15-M, que surgió de la crisis de la deuda soberana europea y se opuso a la disciplina del euro.

Los dos puntos fundamentales, el noveno y el décimo, podrían y deberían firmarlos PP y Ciudadanos. El conservadurismo social del PP no es compatible con algunos otros puntos, como los referidos a los “nuevos derechos” o al feminismo. Pero también podría firmar el resto, y Ciudadanos, casi todos. Solo a Vox corresponde la enmienda a la totalidad.

Esquerra, situada en un dilema decisivo, histórico, deberá escoger entre reforzar el nacionalpopulismo españolista de Vox, que le permite persistir en el nacionalpopulismo catalán, o integrarse en el consenso democrático europeísta. Tiene en su mano una excelente noticia para Europa, para España y para Cataluña.

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