Cartas al director

La vida en México

Ya nunca uso el claxon de mi automóvil. Tampoco utilizo las luces altas para hacer alguna llamada de atención. La paciencia y el silencio se han convertido en invaluables salvavidas. Uno no se imaginaría que alertar al vehículo de delante sobre el cambio a luz verde en el semáforo pudiera significar lo último que se hace en la vida, pero así ha sido para muchas personas que han sido desafortunadas de cruzarse con poderosos grupos de crimen.

Mis amigos extranjeros siguen subrayando la jovialidad de los mexicanos, la hospitalidad y el afecto con el que los recibimos. Titubeo ante cualquie...

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Ya nunca uso el claxon de mi automóvil. Tampoco utilizo las luces altas para hacer alguna llamada de atención. La paciencia y el silencio se han convertido en invaluables salvavidas. Uno no se imaginaría que alertar al vehículo de delante sobre el cambio a luz verde en el semáforo pudiera significar lo último que se hace en la vida, pero así ha sido para muchas personas que han sido desafortunadas de cruzarse con poderosos grupos de crimen.

Mis amigos extranjeros siguen subrayando la jovialidad de los mexicanos, la hospitalidad y el afecto con el que los recibimos. Titubeo ante cualquier intento de conciliar ambas realidades pero, mientras conduzco, hay algo que tengo muy claro: podría vivir tranquilo sin el claxon de mi coche.

José María Gómez Arredondo

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Guadalajara (México)

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