Editorial

Esperpento español en Rusia

La destitución de Julen Lopetegui crea estupor e intranquilidad en los jugadores y en la afición

Jugadores de la selección española entrenan en Krasnodar (Rusia), este miércoles.Vídeo: PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP) / AS

La selección española ha empezado con mal pie el Mundial de fútbol que se inaugura hoy en Rusia. La Federación destituyó ayer de manera fulminante al seleccionador, Julen Lopetegui, después de que se conociera, tres semanas después de haber renovado su contrato con la Federación hasta 2020, que ha sido fichado por el Real Madrid. Independientemente de lo inoportuno de este anuncio, el abrupto relevo ha creado estupor e intranquilidad en los jugadores y en la afición, y ha proyectado una imagen esperpéntica de la delegación española. Una empresa privada tiene legitimidad para contratar a quien ...

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La selección española ha empezado con mal pie el Mundial de fútbol que se inaugura hoy en Rusia. La Federación destituyó ayer de manera fulminante al seleccionador, Julen Lopetegui, después de que se conociera, tres semanas después de haber renovado su contrato con la Federación hasta 2020, que ha sido fichado por el Real Madrid. Independientemente de lo inoportuno de este anuncio, el abrupto relevo ha creado estupor e intranquilidad en los jugadores y en la afición, y ha proyectado una imagen esperpéntica de la delegación española. Una empresa privada tiene legitimidad para contratar a quien quiera y cuando quiera. Los desafíos de la selección, sin embargo, eran de sobra conocidos; La Roja despierta enormes expectativas e ilusión entre sus seguidores. Algo no se ha gestionado bien para que el sorprendente anuncio de que Lopetegui vaya a entrenar al Madrid pueda desestabilizar al equipo y comprometer sus resultados en una cita que, antes que motivo de preocupación, es una oportunidad de celebración, fiesta y entretenimiento.

El comienzo hoy en Rusia del gran espectáculo del fútbol es un acontecimiento deportivo que Putin ha convertido en un fabuloso escaparate para proyectar su imagen. Un país que no respeta los derechos humanos, que coarta la libertad de expresión y persigue a los homosexuales, que ha sido expulsado del G8 por la anexión de Crimea, lucirá una cara muy distinta.

Para cualquier país, la organización de un Mundial es una excelente plataforma propagandística. Más de 3.000 millones de telespectadores estarán pendientes de un evento que desata pasiones. Ajenos a los conflictos políticos o a los intereses geoestratégicos, aficionados de todo el planeta centrarán su mirada exclusivamente en lo que ocurra en el terreno del juego. Los hinchas quieren, por encima de todo, disfrutar del juego.

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