Cartas al director

Tabarnia existe

Tabarnia no es ninguna broma. Es la expresión de una realidad que el nacionalismo intenta disimular desde hace décadas: la gran fractura existente a escala social, política e incluso lingüística entre la Cataluña litoral, más industrializada, y la Cataluña interior, más nacionalista y rural. En la costa de Barcelona el secesionismo es minoritario; aquí, la gran mayoría nos sentimos tan españoles como pueda sentirse alguien de Zaragoza o de Asturias. Y el hecho de que otra vez se haya impuesto el independentismo en las elecciones del 21-D con mayoría de escaños a pesar de tener minoría de votos...

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Tabarnia no es ninguna broma. Es la expresión de una realidad que el nacionalismo intenta disimular desde hace décadas: la gran fractura existente a escala social, política e incluso lingüística entre la Cataluña litoral, más industrializada, y la Cataluña interior, más nacionalista y rural. En la costa de Barcelona el secesionismo es minoritario; aquí, la gran mayoría nos sentimos tan españoles como pueda sentirse alguien de Zaragoza o de Asturias. Y el hecho de que otra vez se haya impuesto el independentismo en las elecciones del 21-D con mayoría de escaños a pesar de tener minoría de votos, simplemente porque los sufragios de la Cataluña rural valen el doble que los nuestros, ha sido la gota que ha colmado el vaso del descontento. Somos la zona que aporta la mayor parte de la industria, la riqueza y el PIB de Cataluña, transferimos recursos a esa Cataluña interior que vive en gran medida de las subvenciones y encima nuestros votos valen la mitad. Llamémosle Tabarnia o “estamos hartos”.— José Aparicio. Barcelona.

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