Cartas al director

Al maltratador

Todos los días merecen ser vividos. Gratitud al regalo de la vida. Pero hay que vivirlos sin miedo. Piensa en la cara que pondría quien te trajo a este mundo, al ver cómo levantas el puño para golpear a la madre de tus hijos. Recuerda que una mujer no es una pertenencia. No es tu mujer. No es de nadie más que de sí misma. No es tu esposa. No es esa cadena invisible que la esclaviza a tu lado. Es una persona. Libre, por tanto. Esa de la que un día te enamoraste. Aquella a la que le prometiste tu amor. La misma que quiso compartir su existencia contigo. Y hoy, en lugar de tus caricias, recibe bo...

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Todos los días merecen ser vividos. Gratitud al regalo de la vida. Pero hay que vivirlos sin miedo. Piensa en la cara que pondría quien te trajo a este mundo, al ver cómo levantas el puño para golpear a la madre de tus hijos. Recuerda que una mujer no es una pertenencia. No es tu mujer. No es de nadie más que de sí misma. No es tu esposa. No es esa cadena invisible que la esclaviza a tu lado. Es una persona. Libre, por tanto. Esa de la que un día te enamoraste. Aquella a la que le prometiste tu amor. La misma que quiso compartir su existencia contigo. Y hoy, en lugar de tus caricias, recibe bofetadas. Tus insultos y vejaciones. Piensa que no es merecedora de semejante castigo. Ni ella ni nadie. No seas, ni un día más, cómplice de la violencia de género.— Óscar Camiño Santos. A Coruña.

 

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