Tribuna

Madrid, a punto de quedar desabastecida de agua potable

No es la primera vez en que la sequía pone a las autoridades políticas en graves aprietos

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Cuenta Juan A. Marvizón, uno de los grandes sabios en presas que ha dado este país, que en 1971, se decidió por la Administración franquista de aquel entonces, el recrecimiento de la presa de Santillana, que llevaba alrededor de cien años abasteciendo a Madrid de agua potable.

Atravesaba entonces el país, como en estos momentos, un angustioso periodo de sequía que comprometía seriamente el abastecimiento de la población.

Se pensó entonces acuciados por la situación en abordar el tema de la mejor forma posible, sobre todo, por las malas consecuencias que pudiera arrastrar, poniénd...

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Cuenta Juan A. Marvizón, uno de los grandes sabios en presas que ha dado este país, que en 1971, se decidió por la Administración franquista de aquel entonces, el recrecimiento de la presa de Santillana, que llevaba alrededor de cien años abasteciendo a Madrid de agua potable.

Atravesaba entonces el país, como en estos momentos, un angustioso periodo de sequía que comprometía seriamente el abastecimiento de la población.

Se pensó entonces acuciados por la situación en abordar el tema de la mejor forma posible, sobre todo, por las malas consecuencias que pudiera arrastrar, poniéndose en marcha la "maquinaria" al uso.

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El proyectista propuso a dicha Administración una solución sencilla (presa de materiales sueltos) rápida y fácil de construir, que se situaría sobre la antigua presa, es decir absorbiéndola, ahorrando de esta forma un volumen considerable de materiales.

Además y esto era lo más importante, permitiría seguir abasteciendo de agua potable ininterrumpidamente durante los 12 meses previstos para su construcción.

Únicamente se estableció una condición basada en razones de seguridad : durante dicha construcción, la lámina de agua de la presa, debería situarse por debajo de determinada cota. (En este tipo de Presas de Materiales Sueltos, no se permiten vertidos por encima de su coronación, salvo que se encuentre específicamente diseñada para ello.)

No parecía una gran exigencia tal condición, ya que de hecho, la presa llevaba muchos años por debajo de la cota establecida.

Tal hecho se aprobó por el Ministerio correspondiente, pero una vez licitada y adjudicada, llegaron unas tormentas inesperadas y la dichosa cota se situó en lugar de por debajo como estaba inicialmente prevista, se situó por encima de la misma.

Cuentan las malas leguas que entre los responsables surgió el "crujir de dientes", apoderándose el pánico de ellos, por los "nubarrones" que podrían llegar desde El Pardo ante tamaño desastre como era que Madrid se quedase desabastecida de agua potable.

¿Qué ocurrió entonces ?

Pues que la Administración de aquél entonces, observando que podría prolongarse la necesidad de agua para Madrid, se negó a evacuar el agua desde el embalse al río, a fin de bajar de nuevo la cota.

¿Cuál fue la solución adoptada ?

Se corrigió el proyecto inicial, trasladando la nueva presa, aguas abajo, aumentando considerablemente su volumen y consecuentemente, dejando la presa antigua totalmente exenta de agua.

El precio inicial también subió de volumen a través de los correspondientes "modificados de obra" hasta aproximadamente un 50% del inicial valor del contrato.

Digamos que se adoptó lo que años más tarde se denominaría : "Una solución políticamente correcta", en la que no tuvieron culpa ni el proyectista ni el contratista, pero que sin embargo, a mi juicio fue acertada, dadas las situaciones que podrían haberse suscitado ante una carencia de agua en la capital de España, además de las supuestas idas y venidas de los afamados "motoristas".

Jesús Antonio Rodríguez Morilla es doctor en Derecho.

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