Cartas al director

Huelga en Cataluña

Es 8 de noviembre, huelga general en Cataluña. Nos dificultan la entrada en la Universidad con sillas en la entrada y carteles, nos cortan el tráfico sentándose en las autovías e invadiendo túneles, nos impiden llegar al trabajo. ¿Derecho a huelga? Supuestamente, la palabra lo dice: derecho a decidir. Quien quiera hacer huelga está en su derecho, pero quien no, también, y esto no se ha respetado. ¿Por qué los piquetes deciden si puedo entrar en la Universidad o si los trabajadores hoy no cobran porque no pueden circular? ¿Por qué no respetan los derechos y libertades de cada uno?— ...

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Es 8 de noviembre, huelga general en Cataluña. Nos dificultan la entrada en la Universidad con sillas en la entrada y carteles, nos cortan el tráfico sentándose en las autovías e invadiendo túneles, nos impiden llegar al trabajo. ¿Derecho a huelga? Supuestamente, la palabra lo dice: derecho a decidir. Quien quiera hacer huelga está en su derecho, pero quien no, también, y esto no se ha respetado. ¿Por qué los piquetes deciden si puedo entrar en la Universidad o si los trabajadores hoy no cobran porque no pueden circular? ¿Por qué no respetan los derechos y libertades de cada uno?— Yolanda Rodríguez Baute. Barcelona.

En España, hoy en día, la realidad sociolaboral no es algo de lo que uno pueda enorgullecerse: los convenios colectivos son, en demasiados casos, puro papel mojado; los horarios de trabajo se hacen interminables; lo de la conciliación parece un chiste; los sueldos dan para pagar el alquiler, no morirse de hambre y poco más. Pero a los huelguistas de Cataluña de esta semana todo eso les trae sin cuidado, lo importante es la sagrada causa de luchar por la independencia. “Ya vendrá luego el bienestar para todos”, profetizan sus oráculos. De esos “luegos” están empedrados los senderos de la miseria humana.— Jaime Molina Lizana. Marbella (Málaga).

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