Editorial

Draghi inicia el repliegue

El BCE garantiza las condiciones financieras actuales durante 2018 al tiempo que inicia la retirada de la excepcionalidad monetaria “a cámara lenta”

Mario Draghi, presidente del BCEREUTERS

La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de extender temporalmente las medidas monetarias extraordinarias (aunque reduciendo las compras mensuales de 60.000 a 30.000 millones) es probablemente la medida más adecuada que podía adoptar la institución, porque responde a todos los factores económicos en juego. La reactivación de la economía es satisfactoria, la inflación está por debajo del objetivo, pero no hay amenaza deflacionista y al ampliar el plazo de la quantitative easing (QE) europea impide que el euro se revalorice, lo cual hubiera dañado la exportación europea. Como al mism...

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La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de extender temporalmente las medidas monetarias extraordinarias (aunque reduciendo las compras mensuales de 60.000 a 30.000 millones) es probablemente la medida más adecuada que podía adoptar la institución, porque responde a todos los factores económicos en juego. La reactivación de la economía es satisfactoria, la inflación está por debajo del objetivo, pero no hay amenaza deflacionista y al ampliar el plazo de la quantitative easing (QE) europea impide que el euro se revalorice, lo cual hubiera dañado la exportación europea. Como al mismo tiempo se emite el mensaje de que se inicia una retirada de estímulos a cámara lenta, el objetivo del inicio de retorno a la normalidad monetaria está cumplido sin daño para los mercados y si afectación de las expectativas económicas.

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Conviene prestar atención a dos detalles importantes. La demora de la QE permite a Draghi guardarse en la manga el as de prolongar las medidas si fuera necesario. Que probablemente no lo será. Durante 2018 se mantienen los tipos bajos, lo que quiere decir que hasta mediados de 2019 no habrá subida (aunque quizá sí haya novedades antes en lo que se refiere al tipo negativo de depósitos). La transición para las empresas y para las economías domésticas será como debe ser, es decir, suave y predecible. Las condiciones de financiación se mantendrán durante todo el año próximo y eso es una excelente noticia para los mercados. Draghi y el BCE se han conducido con suma competencia durante la crisis.

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El segundo detalle es Cataluña, como no podría ser de otra forma. El análisis somero de Draghi —es prematuro aventurar el riesgo para las finanzas europeas de la convulsión catalana— se presta a ser interpretado como una respuesta correcta, pero protocolaria. Es cierto que es pronto para el cálculo, pero la declaración de que el BCE sigue la crisis catalana “con mucha atención” indica que en Frankfurt son muy conscientes de que la amenaza puede ser real. La Declaración de Independencia del viernes y la aprobación del artículo 155 auguran una crisis profunda y duradera. Por el efecto de segunda vuelta sobre la economía española, por el enquistamiento indeseable del problema y por la capacidad de propagación sobre otras regiones europeas. Quizá lo que hay que entender es que el BCE se pronunciará con más contundencia en el futuro; y también que si el conflicto sigue, ese futuro llegará muy pronto.

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