CLAVES

Una izquierda competitiva

La coordinación de voto no distingue mucho entre extremos: le funcionó a Syriza en su día, pero también a Macron contra Le Pen

¿Es Pedro Sánchez competitivo electoralmente? Las (pocas) encuestas disponibles apuntan a que su margen de votos entre el electorado era sensiblemente mayor que el de Susana Díaz. Sin embargo, de eso a convertir al PSOE en un partido de gobierno de nuevo va un trecho. Uno que pasa por la coordinación del voto anti-PP, algo que de momento parece fuera de su alcance. Como lo estaría de Díaz, de López, o lo está del propio Pablo Iglesias.

La izquierda en España está...

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¿Es Pedro Sánchez competitivo electoralmente? Las (pocas) encuestas disponibles apuntan a que su margen de votos entre el electorado era sensiblemente mayor que el de Susana Díaz. Sin embargo, de eso a convertir al PSOE en un partido de gobierno de nuevo va un trecho. Uno que pasa por la coordinación del voto anti-PP, algo que de momento parece fuera de su alcance. Como lo estaría de Díaz, de López, o lo está del propio Pablo Iglesias.

La izquierda en España está partida en dos mitades, sí, pero lo está por una triple frontera. Son tres líneas que se correlacionan, si bien parcialmente, entre ellas: la ideológica, la territorial y la sociodemográfica. Los votantes de Podemos no solo son más de izquierdas que los del PSOE: también son más jóvenes, más urbanos, y más favorables a la descentralización. Es cierto que en las primarias Sánchez ganó por más margen en las provincias periféricas y urbanas. Pero estamos hablando de una consulta a la militancia, al fin y al cabo. Y es justo en estos lugares donde Podemos y sus correlatos autonómicos son más competitivos.

La clave es que estas “seis mitades” de la izquierda tienen un tamaño prácticamente idéntico, del 20% del electorado. Un 4%-5% restante de centristas que podrían estar dispuestos a moverse en el espectro están en Ciudadanos. Con esta división tan equilibrada, es difícil que funcione la herramienta más poderosa que conoce un partido para aglutinar voto y ser competitivo: precisamente afirmar que lo es. En el fondo, el trabajo electoral de Sánchez, como el de Iglesias, se resume en intentar convencer a los votantes que no quieren a la derecha de que ellos son la única alternativa al PP.

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La coordinación de voto no distingue mucho entre extremos: le funcionó a Syriza en su día, pero también a Macron contra Le Pen. Pero aquí no solo las divisiones son múltiples (y, en el caso territorial, particularmente profundas): al crear una partición perfecta, una de las pocas maneras que tiene una de las dos mitades de ganar la mano es que la otra falle. Así, ambas tienen fuertes incentivos a proteger su terreno, a mantener su 20% a toda costa. Incluso a costa de la victoria. @jorgegalindo

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