Columna

Soy sorórica

Algunos señores muy señoreados nos ilustran lo que es ser mujer, la feminidad, la maternidad, la política femenina, la gallina en persona

El líder de Podemos, Pablo Iglesias. EFE/ArchivoEFE

Últimamente, algunos señores tienen la bondad de explicarnos las cosas a las señoras. Bueno, en realidad llevan explicándonoslo todo desde el Pleistoceno. Por nuestro bien, qué duda cabe. Para que no erremos en nuestra bendita ignorancia dado que, como ellos cazan y nosotras estamos en la cueva cuidando de la prole, no tenemos ni idea de nada. Últimamente, algunos señores muy señoreados nos ilustran, además, sobre lo que es ser mujer, la feminidad, la maternidad, la política femenina, la gallina en persona. Ellos saben.

Esta semana hemos tenido dos ponentes de altura. Primero, el alcald...

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Últimamente, algunos señores tienen la bondad de explicarnos las cosas a las señoras. Bueno, en realidad llevan explicándonoslo todo desde el Pleistoceno. Por nuestro bien, qué duda cabe. Para que no erremos en nuestra bendita ignorancia dado que, como ellos cazan y nosotras estamos en la cueva cuidando de la prole, no tenemos ni idea de nada. Últimamente, algunos señores muy señoreados nos ilustran, además, sobre lo que es ser mujer, la feminidad, la maternidad, la política femenina, la gallina en persona. Ellos saben.

Esta semana hemos tenido dos ponentes de altura. Primero, el alcalde de Alcorcón, David Pérez, del PP, defendiendo “a la mujer” frente a las feministas radicales, esas “amargadas, frustradas, furiosas y fracasadas”. Feas y mal folladas, le faltó añadir, que es algo que les encanta decir a ciertos señores para explicarse a sí mismos por qué algunas señoras no son como a ellos les gustaría. Después, Pablo Iglesias, líder de Podemos, soltando que “de nada sirve poner portavoces mujeres si no están feminizadas”. El argumento de ambos para defenderse del chorreo que se les vino encima fue idéntico. Que no dijeron eso. Que sus palabras fueron manipuladas. Que no nos enteramos de nada. Pues bien, voy a explicarles algunas cosas, señores. Las señoras podemos ser empáticas o antipáticas, madres amantísimas o despegadas o no ser madres ni falta que nos hace. Lo que exigimos es vivir en igualdad con los hombres siendo cada una la mujer que nos dé la gana de ser, que decía Bebe. Parece sencillo. Pero, cierto que desde distintos grados de evolución del homus machista al tipo igualitario, lo de Pérez e Iglesias muestra que demasiados no se coscan. La Fundéu admitió ayer el palabro sororidad para definir la hermandad entre mujeres por la igualdad. El vocablo es feo de ovarios, pero soy sorórica. Y una que pensaba que eso estaba superado. Qué pereza todo, hermanas/os.

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