Penélope de España

Conozco a actrices que caen en la tentación de tomarla como referencia pero cometen un error: sería muy raro que algo parecido volviera a suceder

Penélope Cruz , en un fotograma de la película "La Reina de España", de Fernando Trueba.

A los 15 años, tras ver a Victoria Abril en Átame, Penélope Cruz decidió ser actriz y se puso a ello con todas sus fuerzas. Su principal escuela de actuación había sido la peluquería de su madre, en la que no quitaba ojo a las clientas del barrio.

Hoy, el salto de Penélope y su lugar en el mundo se podrían resumir así: consolidada como una figura internacional, cuenta con la devoción de Woody Allen, Sofía Loren, ...

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A los 15 años, tras ver a Victoria Abril en Átame, Penélope Cruz decidió ser actriz y se puso a ello con todas sus fuerzas. Su principal escuela de actuación había sido la peluquería de su madre, en la que no quitaba ojo a las clientas del barrio.

Hoy, el salto de Penélope y su lugar en el mundo se podrían resumir así: consolidada como una figura internacional, cuenta con la devoción de Woody Allen, Sofía Loren, Madonna, Ridley Scott o Pedro Almodóvar, la reconocen en casi cualquier tienda del planeta y ha formado una familia con Javier Bardem, el otro actor español con un Oscar, con el que inició su carrera hace 25 años. No está nada mal.

El relato de un fenómeno siempre incluye un volantazo y en el de Penélope es La niña de tus ojos, de Fernando Trueba. Al verla, Stephen Frears le ofreció Hi Lo Country, que la colocó en Hollywood. Ahora se estrena La Reina de España, donde ella salva con matrícula de honor el reto de reinventar a Macarena Granada, su personaje en La niña de tus ojos, y Trueba redobla su bello tributo al cine y los cómicos que, según Fernán-Gómez, son un país aparte.

Penélope es un caso aparte en el país aparte. Conozco a aspirantes a actrices que caen en la tentación de tomarla como referencia absoluta pero cometen un error: sería muy raro que algo parecido volviera a suceder. Se puede aprender de su tesón y coraje. Pero de lo otro no hay manera. Da un poco de rabia pero, como advertía Raymond Chandler, el secreto de los que llegan a lo más alto queda fuera de nuestro alcance.

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