Dime en qué barrio vives y te diré con cuánta gente

En la mitad de los hogares de las Rosas (San Blas) residen tres o cuatro personas; en la mitad de los de Justicia, una sola; en uno de cada cuatro en Valdemarín (Moncloa), cinco o más

“Primero, las personas construyen la ciudad y los edificios; luego, la ciudad construye a las personas, vale decir, determina su manera de pensar, sentir y actuar”, escribió hace 16 años el psicólogo social de Autónoma de Madrid José Antonio Corraliza. Y en ese organismo vivo llamado urbe, los distintos tipos de hogares van encontrando sus hábitats más propicios, en función del entorno, del tamaño de las casas, de las comunicaciones y las redes sociales y vecinales. Por ejemplo, en el distrito Centro de Madrid, en los barrios de Justicia y Universidad, el 49% de los hogares están formados por una sola persona; en algo más de la mitad de los de las Rosas (52%), en San Blas, y Horcajo (51%), en Moratalaz, viven tres o cuatro; y en uno de cada cuatro viviendas (27%) del barrio acomodado de Valdemarín, en Mocloa-Aravaca, encontrarán cinco o más residentes.

El reparto más homogéneo se da con las casas en que viven dos personas: la diferencia entre el barrio con más presencia (32% en Aluche), y menos (18% en Valdemarín), es más mucho más pequeña que en el resto de casos. Algo lógico, teniendo en cuenta que el tamaño medio de los hogares en la ciudad de Madrid es 2,52.

Una de las posibles claves de todo esto “podría estar relacionada con la consistencia de las redes sociales de apoyo esperadas en cada uno de los barrios”, señalaba esta semana Corraliza. “Ello podría explicar que los barrios más centrales (a excepción de Tetuán y Ciudad Linea...

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El reparto más homogéneo se da con las casas en que viven dos personas: la diferencia entre el barrio con más presencia (32% en Aluche), y menos (18% en Valdemarín), es más mucho más pequeña que en el resto de casos. Algo lógico, teniendo en cuenta que el tamaño medio de los hogares en la ciudad de Madrid es 2,52.

Una de las posibles claves de todo esto “podría estar relacionada con la consistencia de las redes sociales de apoyo esperadas en cada uno de los barrios”, señalaba esta semana Corraliza. “Ello podría explicar que los barrios más centrales (a excepción de Tetuán y Ciudad Lineal) sean los que tengan un porcentaje de hogares unifamiliares superior a la media de Madrid. Respecto a los que acogen a cinco o más personas, son aquellos que se relacionan con redes sociales más sólidas”, añade.

Además, la propia configuración de los barrios (las viviendas son en general más pequeñas en el centro, hay menos densidad de población fuera de la almendra central), sumado a los estereotipos y la imagen que proyectan, acaban conformando su paisaje humano. “Es común que las zonas de la primera periferia tengan más niños debido a la idea en parte creada pero no real de que el centro no es para familias”, opina el profesor de Arquitectura de la Politécnica de Madrid Alejandro Tamayo.

En general, los vecindarios con mayor predominancia de hogares unipersonales son los más caros de la almendra central de la capital: Justicia, Universidad, Sol, Cortes, Palacio, Embajadores (distrito Centro), Trafalgar, Gaztambide, Arapiles (Chamberí), Recoletos, Goya, Lista (Salamanca) y Castillejos (uno de los vecindarios de rentas altas de Tetuán, entre Bravo Murillo y la Castellana). Y los de dos miembros están generalmente en zonas más humildes, los tradicionalmente llamados barrios obreros: Aluche, Las Águilas Campamento (Latina), Vinateros, Media Legua y Fontarrón (Moratalaz), Pilar, El Pardo (Fuencarral-El Pardo), Ambroz (Vicálvaro), Pinar del Rey (Hortaleza), Los Ángeles (Villaverde).

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Si en el caso del predominio de hogares de tres o cuatro miembros (Rosas, Horcajo, Corralejos, Butarque, Casco Histórico de Vicálvaro, Palomas, El Goloso, Santa Eugenia) están más mezclados entre distintos niveles de renta, en los hogares más poblados (cinco o más) el predominio vuelve a algunas de las zonas económicamente más privilegiadas de la ciudad: Valdemarín, El Plantío, Fuentelarreina, Aravaca, Mirasierra, El Viso. Sin embargo, llama en este caso poderosamente la atención la presencia, también, de algunos ejemplos de las zonas más pobres, como San Cristóbal (Villaverde) o Pradolongo (Usera)

“Usera y Villaverde son las zonas con más inmigrantes en edad de tener hijos y suelen tener familias más extensas; lo de Chamartín y Moncloa-Aravaca es lógico, teniendo en cuenta que son dos de las áreas con un parque residencial de viviendas de mayor tamaño y del estilo asociado a familias, con zonas verdes, buenos colegios, etcétera”, señala Tamayo.

Los hogares unipersonales son casi un tercio

La ciudad de Madrid es un buen ejemplo del cambio social que ha supuesto en España pasar de unos hogares hiperpoblados por extensas familias a otros cada vez más reducidos. Casi un tercio de los hogares de la capital (30%) están formados por una persona sola, cuando hace una década era el 25%, según la estadística del Ayuntamiento. Y en el distrito de Centro el porcentaje se eleva hasta el 47%. La tendencia, común en toda Europa, no es solo consecuencia del envejecimiento de la población, sino también cambios económicos y sociales de gran calado, por ejemplo, a la hora de formar familias y disolver parejas.

La tendencia hacia la soledad en el hogar es clara en todo el país (en Barcelona o Sevilla también son casi un tercio), pero las ciudades españolas van muy por detrás de las grandes urbes europeas como París, Berlín o Ámsterdam, donde más de la mitad del total de las casas están ocupadas por personas que viven solas.

En todo caso, ya se puede ver nítidamente en la ciudad de Madrid un fenómeno que tiene mucho que ver con el envejecimiento paulatino de una población que, además de llegar cada vez a edades más avanzadas en mejores condiciones físicas, se encuentra con apoyos públicos (como la teleasistencia) que les permiten aguantar más años viviendo solos. O más bien solas, pues el 76% de las personas de más de 60 años que viven solas son mujeres. Ellas son más longevas: representan dos tercios de la población madrileña que ya ha superado los 80 años.

Sin embargo, los mayores no explican por sí solos el proceso general, pues algo más de la mitad de viviendas unipersonales pertenecen a menores de 60 (y en este caso, la mitad son hombres). Por ejemplo, en el distrito de Moratalaz, el más envejecido de la capital, el porcentaje de hogares de uno solo es del 26%, mientras que en el Centro, uno de los más jóvenes, son casi la mitad: el 47%. En este distrito, dos de cada tres hogares unpersonales pertenecen a menores de 60.

“Llevo aquí muchos años, aquí están mis amigos y las opciones de ocio y de transporte a cualquier parte son las mejores”, dice Raúl Amor, periodista de 50 años residente, dentro del distrito Centro, en el barrio de Justicia, donde el porcentaje de hogares unipersonales llega hasta el 49,4%, la cifra más alta de la ciudad y similar a la de otras grandes urbes europeas.

“He vivido solo cuando no he tenido pareja, así que durante mucho tiempo ha sido más bien una obligación, aunque ahora que voy cumpliendo años se está convirtiendo cada vez más en una opción”, explica Amor.

Su madre, Chelo, de 79 años y vecina del barrio de Ventas, que también vive sola —“Está mejor que yo y a ella no la sacas de su casa ni de broma”—, es el ejemplo clásico de este tipo de hogares. Y Raúl lo es de un cambio social que, aunque comenzó hace muchos años, ahora ya es tan evidente como cotidiano. Si se repasan los hogares unipersonales por tramos de edad, dónde más han crecido (un 72%) es entre las personas entre 50 y 54 años: hay 11.776 más en este tramo que los que había en 2008.

Y este tipo de cambios siempre se notan más en las urbes. “En las ciudades se acumulan los nichos, los de la gente que ha decidido vivir sola, los que se separaran en algún momento, los que llegan solos en busca de trabajo...”, remata el investigador del CSIC Julio Pérez Díaz.

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