Eufemismos

Durante el siglo XIX, por ejemplo, en vez de “esclavitud” en EEUU se utilizaba el término “Nuestra Peculiar Institución”

Niños trabajadores, en la entrada de una mina de carbón en Pensilvania (EE UU) en 1910.Getty Images

Es difícil imaginárselo ahora, pero en el año 1850 había más de 30.000 niños viviendo solos en las calles de Nueva York: comían restos entre la basura, andaban como en jaurías salvajes, dormían bajo puentes o entre andamiajes de los edificios en construcción. Los padres se habían muerto, o simplemente los habían abandonado. Muchos eran niños recién desembarcados de los transatlánticos europeos: niños alemanes, irlandeses, italianos.

Nueva York resolvió el problema de esos niños con una idea brutal: ¿por qué no montarlos a todos, por tandas, a bordo de los trenes que partían diariamente ...

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Es difícil imaginárselo ahora, pero en el año 1850 había más de 30.000 niños viviendo solos en las calles de Nueva York: comían restos entre la basura, andaban como en jaurías salvajes, dormían bajo puentes o entre andamiajes de los edificios en construcción. Los padres se habían muerto, o simplemente los habían abandonado. Muchos eran niños recién desembarcados de los transatlánticos europeos: niños alemanes, irlandeses, italianos.

Nueva York resolvió el problema de esos niños con una idea brutal: ¿por qué no montarlos a todos, por tandas, a bordo de los trenes que partían diariamente hacia el enorme y despoblado medio oeste? Ahí, quizá, encontrarían familias que los adoptaran. La idea se hacía eco de un proceso puesto en marcha unos años antes, en 1830, cuando comenzó la expulsión de decenas de miles de indios americanos de sus tierras y, a bordo de trenes, fueron transportados hasta las reservaciones donde vivirían confinados. La idea funcionó: entre 1854 y 1929, más de 200.000 niños salieron de Nueva York y ciudades cercanas hacia el interior del país.

El mecanismo se llamó placing out (“colocar afuera”). Pero “colocar” es un verbo bastante más gentil que la acción de montar niños a un tren a ver qué desconocido los recogía luego para llevarlos a quién sabe qué clase de vida. Algunos de los niños “colocados fuera” de la ciudad encontraron familias que en efecto los acogieron. Pero muchos terminaron viviendo en condiciones de esclavitud, sufriendo abusos inimaginables, como mano de obra gratuita en las granjas y plantíos.

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No es sorprendente que se haya usado un eufemismo así. La historia estadounidense está llena de eufemismos sobre la violencia institucional contra grupos de personas a quienes se ha expulsado del gran sueño americano. Durante el siglo XIX, por ejemplo, en vez de “esclavitud” se utilizaba el término “Nuestra Peculiar Institución”. Los dos verbos que se utilizaron para describir el exterminio y desalojo forzado de los indios americanos fueron “reubicar” y “remover”. Todavía hoy se usa el eufemismo “remover”. Ya no significa “expulsar y confinar en reservaciones a los indios”, sino “deportar extranjeros”.

Quizá la historia de una sociedad se pueda contar a través de sus eufemismos: lo que no quiere decir de su pasado y su presente. Los eufemismos tapan y, al hacerlo, permiten que se perpetúen los actos de violencia que pretenden encubrir. El Gobierno de Obama ha “removido” a más de 2,5 millones de personas y “colocado fuera” a miles de niños —solo que ahora viajan en aviones y no en trenes—. Un eufemismo exitoso es más que una estrategia retórica: es un arma peligrosísima.

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