Medios, políticas y poder

La ciudadanía apreciaría un análisis más sofisticado sobre los temas que le afectan cotidianamente

Kiosco de prensa en Madrid. Andrea Comas (REUTERS)

Si realmente los medios persiguen el escrutinio del poder deberían ir más allá del espectáculo electoral y la lucha partidista en sus análisis y prestar mayor atención a las políticas públicas, cuanto más concretas, mejor. Ello permitiría vigilar al poder desde tres puntos de vista.

Por un lado, los medios deben interesarse sobre los resultados de la acción pública. No se trata de que se conviertan en evaluadores de políticas pero junto a los expertos podrían impulsar la discusión pública sobre la eficacia de programas específicos. Por ejemplo, a muchos ciudadanos les gustaría saber qué...

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Si realmente los medios persiguen el escrutinio del poder deberían ir más allá del espectáculo electoral y la lucha partidista en sus análisis y prestar mayor atención a las políticas públicas, cuanto más concretas, mejor. Ello permitiría vigilar al poder desde tres puntos de vista.

Por un lado, los medios deben interesarse sobre los resultados de la acción pública. No se trata de que se conviertan en evaluadores de políticas pero junto a los expertos podrían impulsar la discusión pública sobre la eficacia de programas específicos. Por ejemplo, a muchos ciudadanos les gustaría saber qué rasgos de nuestro sistema de protección social hacen que sea más ineficaz para disminuir la desigualdad que los de otros países de nuestro entorno y cómo se puede resolver el problema.

Por otro lado, la prensa podría también interesarse sobre la medida en que determinadas políticas, además de producir efectos inmediatos en la vida de la ciudadanía, transforman los equilibrios de poder existentes. Desde un punto de vista positivo, las políticas a favor de las mujeres les han proporcionado poder para situar en la agenda pública ciertos problemas. Pero, como los politólogos saben, la configuración de determinadas políticas puede también restar poder o capacidad de influencia a grupos o individuos que ya no podrán defender sus intereses legítimos si nadie vela por ellos.

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Por último, poner el foco en iniciativas concretas de política pública, como una reforma educativa o un cambio en la administración, hace mucho más fácil identificar a actores con intereses más o menos legítimos que disputan el poder a políticos y ciudadanos. Quiénes sean estos actores que impiden la reforma de la política farmacéutica o presionan para la reforma de la educación no es una información que pueda hurtarse a los ciudadanos.

La ciudadanía apreciaría un análisis más sofisticado sobre los temas que le afectan cotidianamente y es posible que una mayor dedicación a esta tarea recompensara tanto a la prensa como a los políticos, quienes podrán hacer entender mejor a la sociedad cuáles son las posibilidades reales del ejercicio del poder y los límites de la acción pública.

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