Cartas al director

La razón de la sinrazón

La defensa de las libertades individuales (y entre ellas está la libertad de expresión) es uno de los mayores logros de una sociedad moderna. El problema surge cuando se trata de dilucidar dónde está su límite y cuándo se hace de ella una panacea para la convivencia. Con frecuencia asistimos a la polémica natural y metafísica —cuando no judicial— para saber dónde acaba la libertad de expresión y comienza el respeto a los demás.

A raíz de la reciente muerte del torero Víctor Barrio, las redes sociales se inundaron de comentarios dirigidos a su persona y a su entorno en un tono de descal...

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La defensa de las libertades individuales (y entre ellas está la libertad de expresión) es uno de los mayores logros de una sociedad moderna. El problema surge cuando se trata de dilucidar dónde está su límite y cuándo se hace de ella una panacea para la convivencia. Con frecuencia asistimos a la polémica natural y metafísica —cuando no judicial— para saber dónde acaba la libertad de expresión y comienza el respeto a los demás.

A raíz de la reciente muerte del torero Víctor Barrio, las redes sociales se inundaron de comentarios dirigidos a su persona y a su entorno en un tono de descalificaciones difícilmente tolerable. Partiendo de que nos parece injusto cualquier tipo de diversión que se lleve a cabo a través del maltrato de un animal, no es de recibo actitudes de desprecio y odio visceral para quien practica esa actividad por muy deleznable que sea. Existen otras muchas formas de defensa de los animales sin llegar a esos comportamientos.— Manolo Romasanta Touza. Sigüeiro (A Coruña).

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