Escenarios y dilemas

Los electores han devuelto intacta la responsabilidad de formar Gobierno a sus representantes

Soraya Sáenz de Santamaría y Jorge Fernández Díaz durante la rueda de prensa para ofrecer los resultados del escrutinio en las elecciones generales. Víctor Lerena (EFE)

El 26-J los políticos depositaron en los votantes la responsabilidad de desencallar la formación de Gobierno, quizá esperando a que un cambio significativo en la distribución de los votos pudiera desequilibrar la relación de fuerzas entre bloques ideológicos. Sin embargo, los electores han devuelto intacta la responsabilidad a sus representantes al mantener un resultado similar al del pasado mes de diciembre. No hay mayoría contundente que evite a los partidos los dilemas que suponga buscar acuerdos.

El dilema de Ciudadanos es consumar una alianza con el PP cumpliendo con lo anunciado d...

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El 26-J los políticos depositaron en los votantes la responsabilidad de desencallar la formación de Gobierno, quizá esperando a que un cambio significativo en la distribución de los votos pudiera desequilibrar la relación de fuerzas entre bloques ideológicos. Sin embargo, los electores han devuelto intacta la responsabilidad a sus representantes al mantener un resultado similar al del pasado mes de diciembre. No hay mayoría contundente que evite a los partidos los dilemas que suponga buscar acuerdos.

El dilema de Ciudadanos es consumar una alianza con el PP cumpliendo con lo anunciado durante la campaña electoral: la sustitución de Mariano Rajoy, una tarea difícil, porque el resultado electoral ha fortalecido a este último y debilitado a Rivera. Además, dicha alianza solo es aritméticamente posible si el PSOE se abstiene en la segunda votación de investidura o si apoya un Gobierno de gran coalición, algo poco probable, porque dificultaría la recuperación del voto socialista fugado hacia la izquierda.

En cambio, a pesar de la negativa actual de Pedro Sánchez, el PSOE puede acabar apoyándose en la amenaza de unas terceras elecciones, ampliamente rechazadas por sus votantes, para justificar una abstención que permitiera gobernar a PP y Ciudadanos. Abstenerse generaría pocas tensiones dentro de la organización y quedarse en la oposición podría ser visto como una oportunidad para recuperar espacio electoral, utilizando la actividad parlamentaria para diferenciarse de su competidor por la izquierda.

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Finalmente, aunque la alianza entre PSOE, Podemos y Ciudadanos es aritméticamente posible, resulta políticamente improbable, pues los nuevos partidos se han jurado oposición eterna. Hoy, el término nueva política describe la mera coincidencia temporal en el surgimiento de Podemos y Ciudadanos, nada más. Pero el historial de pactos no ha hecho más que empezar. Si la distribución de escaños en el futuro sigue siendo 1 + 3 (partido grande y tres medianos) es probable que los nuevos partidos comiencen a mirar más allá de sus diferencias ideológicas. Sobre todo, si la espera en la oposición se les hace interminable.

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