Cartas al director

Orgullosos de los nuestros

La labor de las Fuerzas Armadas, a día de hoy, es tan respetable como poco respetada. Y es que su papel, loable cuanto menos, está pintarrajeado de prejuicios. No son pocos los que les relacionan con la guerra, cuando su único móvil es la paz; los que les tachan de innecesarios y los que cuestionan su entrega cuando sacrifican, cada día, sus vidas por la nuestra. He conocido a militares de cerca y he visto en ellos la dedicación más incondicional y una firmeza sustentada por valores como la constancia y la honradez, y la lealtad por todos los que hemos construido y construimos el país en el qu...

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La labor de las Fuerzas Armadas, a día de hoy, es tan respetable como poco respetada. Y es que su papel, loable cuanto menos, está pintarrajeado de prejuicios. No son pocos los que les relacionan con la guerra, cuando su único móvil es la paz; los que les tachan de innecesarios y los que cuestionan su entrega cuando sacrifican, cada día, sus vidas por la nuestra. He conocido a militares de cerca y he visto en ellos la dedicación más incondicional y una firmeza sustentada por valores como la constancia y la honradez, y la lealtad por todos los que hemos construido y construimos el país en el que vivimos. Ellos, más que nadie, velan por nuestra seguridad, porque son conscientes desde el primer día del riesgo de perderla; ellos, más que nadie, luchan por la paz, porque solo ellos saben lo que es no tenerla; y ellos, más que nadie, son dignos de todo nuestro apoyo, porque solo ellos juraron, si preciso fuera, entregar su vida en nuestra defensa.

Entre las Fuerzas Armadas encontramos a aquellos cuyo combustible es el orgullo que sienten por cada uno de nosotros y por el país que formamos, manifestemos también nosotros nuestro orgullo por ellos— Ana Mañá Blanco. Madrid.

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