En una fiesta, hace exactamente un año

Estoy buscando a un director de cine, no recuerdo su nombre ni tampoco el de la película

Tomás Ondarra

Estoy buscando a un director de cine con el que coincidí en una fiesta, hace exactamente un año. Fue después del estreno de una película que parecía que iba a “romper” la taquilla pero que al final consiguió reunir lo que podía ser los ahorros de una familia. Y sí, era española.

No recuerdo su nombre (el del director me refiero, aunque, ahora que caigo, tampoco el de la película); apenas su aspecto (porque estuvimos todo el tiempo en zonas umbrosas); sí su mirada: era huidiza. Y también la conversación que desplegó y que se estructuró en tres partes.

La primera se centró en la cr...

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Estoy buscando a un director de cine con el que coincidí en una fiesta, hace exactamente un año. Fue después del estreno de una película que parecía que iba a “romper” la taquilla pero que al final consiguió reunir lo que podía ser los ahorros de una familia. Y sí, era española.

No recuerdo su nombre (el del director me refiero, aunque, ahora que caigo, tampoco el de la película); apenas su aspecto (porque estuvimos todo el tiempo en zonas umbrosas); sí su mirada: era huidiza. Y también la conversación que desplegó y que se estructuró en tres partes.

La primera se centró en la crítica a otros compañeros de profesión; que si fulano estaba acabado y lo mejor ya lo había hecho y no entendía cómo seguía trabajando; que si mengano tenía mucha suerte a pesar de no tener talento; que si zutano “se jamaba todas las subvenciones ¡el asqueroso! [SIC]", etcétera.

En la segunda parte se dedicó a lamentarse por su trayectoria y por la falta de oportunidades que se le habían presentado a pesar de ser un “puto genio [sic]"; achacándolo a la envidia y a una mano “marrón que le jodía todos los proyectos [sic]".

En última, y ya trabándose al hablar y tambaleándose ligeramente, me manifestó su admiración: “Eres un actor espectaculiar pero estás desaprovechado. Yo te perfaré el papel de tu vida. Te lo juro [sic]"; Y también su amistad sin límites: “¿Somos amigos o no somos amigos? Dame un abracho que te quiero mucho [sic]".

Bien, lo estoy buscando no porque no me haya llamado para ese papel, con eso contaba, sino porque le presté 50 euros para un taxi.

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