Cartas al director

El hombre invisible

El hombre que quería Unamuno se ha vuelto invisible, está camuflado en las sociedades actuales, en la selva deshumanizada de las cifras y las estadísticas para que “la mano no acierte con la herida”. Todo el drama de tantas personas sin trabajo, de los seres humanos más débiles, siempre las mismas víctimas de todas las crisis y las eternas injusticias sociales, convertidas con frecuencia en supuestos de las teorías electorales de los políticos profesionales. Toda esa tragedia parece diluirse en los números y los porcentajes que lanzan a diario los medios. No se tiene en cuenta al “hombre de ca...

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El hombre que quería Unamuno se ha vuelto invisible, está camuflado en las sociedades actuales, en la selva deshumanizada de las cifras y las estadísticas para que “la mano no acierte con la herida”. Todo el drama de tantas personas sin trabajo, de los seres humanos más débiles, siempre las mismas víctimas de todas las crisis y las eternas injusticias sociales, convertidas con frecuencia en supuestos de las teorías electorales de los políticos profesionales. Toda esa tragedia parece diluirse en los números y los porcentajes que lanzan a diario los medios. No se tiene en cuenta al “hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere, el que come, bebe y juega, y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el verdadero hermano”. La sociología sin rostro humano se ha convertido en la principal aliada de la hipocresía y la injusticia.— José Fuentes Miranda.

 

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