Cartas al director

Sentencia descorazonadora

La reciente sentencia sobre los sucesos de la playa ceutí de Tarajal (madrugada del 6 de febrero de 2014), en los que murieron 15 inmigrantes subsaharianos, resulta descorazonadora desde una perspectiva de humanidad y sentido común. No eran personas violentas ni utilizaron la violencia. Resulta difícil de comprender el recurso a medios violentos (material antidisturbios como botes de humo o balas de goma, que además se utilizaron en un medio marino) para evitar que entraran en territorio español. No se trata de criminalizar la actuación de la Guardia Civil. Posiblemente fue —aunque no existe u...

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La reciente sentencia sobre los sucesos de la playa ceutí de Tarajal (madrugada del 6 de febrero de 2014), en los que murieron 15 inmigrantes subsaharianos, resulta descorazonadora desde una perspectiva de humanidad y sentido común. No eran personas violentas ni utilizaron la violencia. Resulta difícil de comprender el recurso a medios violentos (material antidisturbios como botes de humo o balas de goma, que además se utilizaron en un medio marino) para evitar que entraran en territorio español. No se trata de criminalizar la actuación de la Guardia Civil. Posiblemente fue —aunque no existe una norma que regule la utilización de material antidisturbios en medios acuáticos— una actuación legalmente correcta. El problema surge cuando las leyes y el resultado de su aplicación son no solo incorrectos sino, sobre todo, inhumanos. Cuando lo que está en juego son vidas humanas (da lo mismo cuántas o cuáles), independientemente de que sean o no de la propia nacionalidad, la responsabilidad es máxima. El deber de proteger las fronteras no puede estar por encima del deber de proteger vidas humanas.— Manolo Romasanta Touza.

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