El inesperado efecto positivo de una ‘plaga bíblica’

La tormenta de arena que oscurece Oriente Próximo obliga a frenar la guerra en Siria

Peatones caminan por las calles de Jerusalén durante una tormenta de arena. ABIR SULTAN (EFE)

En vísperas del Año Nuevo judío, Jerusalén se despertó el martes cubierta por densas nubes de polvo amarillento. A pesar del fantasmal paisaje de contaminación por partículas de tierra, con un índice 56 veces superior al habitual, no parece que haya llegado aún el final de los tiempos. En realidad se trata del jamsin,un viento sofocante emparentado con el siroco y el simún, que provoca tormentas de arena durante los cambios de estación en Oriente Próximo. En esta ocasión tiene una inusual intensidad, con hasta 7.000 microgramos por metro cúbico en la Ciudad Santa.

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En vísperas del Año Nuevo judío, Jerusalén se despertó el martes cubierta por densas nubes de polvo amarillento. A pesar del fantasmal paisaje de contaminación por partículas de tierra, con un índice 56 veces superior al habitual, no parece que haya llegado aún el final de los tiempos. En realidad se trata del jamsin,un viento sofocante emparentado con el siroco y el simún, que provoca tormentas de arena durante los cambios de estación en Oriente Próximo. En esta ocasión tiene una inusual intensidad, con hasta 7.000 microgramos por metro cúbico en la Ciudad Santa.

Desde Líbano y Siria, donde ha habido una docena de muertos, hasta Israel y los territorios palestinos, pasando por Chipre, Egipto y Jordania, la vida cotidiana se ha visto trastocada por el temporal en los países de la región. Centenares de personas han debido ser hospitalizadas por crisis asmáticas y decenas de vuelos han sido cancelados. Los recreos escolares se han suspendido y en general se desaconseja cualquier actividad en el exterior que exija esfuerzo.

Pero la tormenta de arena ha obligado sobre todo a frenar la guerra en Siria, donde torbellinos ardientes originaron el actual jamsin, que amenaza con prolongarse durante el resto de la semana, según los meteorólogos. Los helicópteros del régimen de Bachar el Asad que bombardean con barriles explosivos a la población civil en las zonas rebeldes han tenido que quedarse en tierra. Sin embargo, los yihadistas han aprovechado el oscurecimiento para apoderarse de una base aérea en Idlib.

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El profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Daniel Ronsenfeld ha explicado al diario Haaretz que se trata de un raro fenómeno. “Estas tormentas de polvo se suelen producir al final del invierno con vientos que llegan desde el desierto del Sáhara”, precisa este experto en el clima. Aventura como causa probable la desertificación y la pérdida de tierra cultivable en Siria por el abandono de las zonas de labranza después de más de cuatro años de guerra que ha devastado el país árabe.

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