El circo ruso

El imponente salto de Gary Hunt con un fondo de cúpulas de cebolla y minaretes oculta las sombras del deporte

HANNIBAL HANSCHKE (REUTERS)

En solo una imagen se mastican los valores más loables y virales del deporte. En una décima de segundo se cruzan y combinan la entrega, la concordia y el espectáculo. Por un lado, el esfuerzo y la osadía personificados en el saltador británico Gary Hunt, de 31 años, autor de una compleja pirueta de trampolín solo al alcance de unos pocos locos, el Triple Quad, a la que define como “mi arma secreta para conseguir medallas”: la suma ininterrumpida de una decena de giros hasta zambullirse sin matarse. Gary es el factor humano: el hombre que rompe las leyes de la gravedad y vuela por encima del ti...

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En solo una imagen se mastican los valores más loables y virales del deporte. En una décima de segundo se cruzan y combinan la entrega, la concordia y el espectáculo. Por un lado, el esfuerzo y la osadía personificados en el saltador británico Gary Hunt, de 31 años, autor de una compleja pirueta de trampolín solo al alcance de unos pocos locos, el Triple Quad, a la que define como “mi arma secreta para conseguir medallas”: la suma ininterrumpida de una decena de giros hasta zambullirse sin matarse. Gary es el factor humano: el hombre que rompe las leyes de la gravedad y vuela por encima del tiempo y la historia con la única propulsión de sus músculos. El protagonista.

Más allá, como decorado, esta fotografía congela los principios universales y sin fronteras del deporte, que en esta ocasión han conducido a los atletas hasta la remota Kazan, una vieja capital en el corazón de la Federación Rusa, considerada la tercera más importante de Rusia, con el objeto de batirse en buena lid en los Mundiales de Natación, sin que a nadie se le ocurra siquiera mencionar el vuelo MH017, abatido sobre Ucrania el 17 de julio de 2014, con 298 pasajeros a bordo. Si hay dudas, Rusia utiliza su derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Y asunto resuelto.

Para concluir la dosis de exaltación deportiva, un mensaje de concordia a través del perfil troquelado compuesto por los minaretes de la mezquita Kul Sharif y las cúpulas de cebolla de la catedral de la Anunciación, a la que los habitantes de la ciudad consideran “nuestro Kremlin”. El deporte por encima de las creencias. Cada pincelada en el sitio preciso.

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Rusia no para de tirar de chequera en la organización de macroeventos deportivos. Con el petróleo a 50 dólares el barril y su influencia titubeante, hay que abrir nuevos caminos. Ya sean los Juegos Olímpicos de Sotchi, los Mundiales de Natación de Kazan o el Mundial de Fútbol de 2018. El circo no puede parar. Aunque el mayor espectáculo del planeta tenga sus sombras: ahí están los centenares de atletas de todo el mundo sospechosos de haberse dopado en lo que va de milenio. En cabeza, los rusos. Más del 80% de sus medallistas habrían conseguido sus triunfos de forma dudosa. Es la cara menos bella del deporte.

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