Columna

Tres mujeres

En San Google esta semana he cotilleado docenas de fotos de Magali Noël, Laura Antonelli y Marujita Díaz en sus respectivas juventudes. Y oigan: qué bellezas

Marujita Díaz en una escena de la pelicula "La pergola de las flores".DIGITAL PRESS/Newscom / Cordon P

Qué bien viene a veces Google. San Google le llaman, lógico. Sin él, qué vidas más estrechas, escasas, tendríamos (y menos vigiladas, pero eso es otro tema). En San Google esta semana he cotilleado docenas de fotos de Magali Noël, Laura Antonelli y Marujita Díaz en sus respectivas juventudes. Y oigan: qué bellezas.

Ellas y sus muertes, trending topic en un Twitter dominado en parte por una generación que apenas hemos oído de ellas. Gente de 30 y alrededores, contemporáneos, ¿habíais visto alguna peli de Marujita, más que en algún trozo en Cine de Barrio?

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Qué bien viene a veces Google. San Google le llaman, lógico. Sin él, qué vidas más estrechas, escasas, tendríamos (y menos vigiladas, pero eso es otro tema). En San Google esta semana he cotilleado docenas de fotos de Magali Noël, Laura Antonelli y Marujita Díaz en sus respectivas juventudes. Y oigan: qué bellezas.

Ellas y sus muertes, trending topic en un Twitter dominado en parte por una generación que apenas hemos oído de ellas. Gente de 30 y alrededores, contemporáneos, ¿habíais visto alguna peli de Marujita, más que en algún trozo en Cine de Barrio?

No hablamos de escotes, de coplillas picantonas, de musas de Fellini ni del tórrido cine italiano de serie B de los 70, sino de un modelo de mujer, de mito, que ya no está. Que se ha esfumado. Laura, Magali, Maruja: ellas eran bellezas puras, a las que bastaba un poco de delineador de ojos, un brochazo de colorete y algo de pintalabios, y ni eso. Incluso a Marujita, sí, aunque con el tiempo sus pelos y plumas solo dejaran entrever el artificio. Antes no. Antes llevaban el pelo natural, algo cardado; taconcitos, o ni eso; un pecho no siempre a la altura de la garganta, un cuerpo no siempre sin un solo pelo.

¿Dónde fue su belleza y la de las suyas? ¿Por qué ya nadie las quiere, las busca, las muestra? A ellas, que son nuestra mejor versión de nosotras. Ellas, y no esas inalcanzables Tyra Banks o Sofia Vergara, mucho más lejanas hasta sin maquillaje. La perfección hoy no es un don, pero sí un requisito. La falsa, ideal naturalidad. No como la de ese trío: naturales, reales, perfectas hasta en Google.

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