Las migas

Es muy llamativo que un país que ha alumbrado individualidades tan asombrosas desdeñe tanto a la cultura y a su gente

Jorge Bosch, en la obra 'El método Grönholm' (2007).

El actor Jorge Bosch me contó una historia. Sucedió en un pequeño pueblo en fiestas. La compañía de Jorge Usón había sido contratada para interpretar al aire libre, sobre un remolque, Historia de una escalera de Buero Vallejo. En el pueblo no estaban demasiado familiarizados con el teatro pero llevaron las sillas de sus casas y la plaza se llenó. La representación comenzó a las ocho. Parecía que el público seguía con atención la obra pero, hacia las n...

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El actor Jorge Bosch me contó una historia. Sucedió en un pequeño pueblo en fiestas. La compañía de Jorge Usón había sido contratada para interpretar al aire libre, sobre un remolque, Historia de una escalera de Buero Vallejo. En el pueblo no estaban demasiado familiarizados con el teatro pero llevaron las sillas de sus casas y la plaza se llenó. La representación comenzó a las ocho. Parecía que el público seguía con atención la obra pero, hacia las nueve, uno del pueblo irrumpió a mitad de la función y, sin cortarse un pelo, gritó: “¡Que ya están las migas!”. Con toda naturalidad, los espectadores se levantaron, recogieron sus sillas y se encaminaron hacia el local de la cena. La plaza quedó vacía y los actores, perplejos, dejaron de actuar.

La anécdota retrata bien nuestra complicadilla relación con la cultura: a nadie le importa leer o ver teatro pero siempre que no haya casi cualquier otra cosa que hacer. En los setenta los españoles devoraban Estudio 1 o La clave, sencillamente, porque los viernes no coincidían con Sálvame de Luxe. Es muy llamativo que un país que ha alumbrado individualidades asombrosas desdeñe de esa manera a la cultura y a su gente. España es el lugar donde Lorca y Muñoz Seca murieron fusilados, Miguel Hernández en la cárcel, Jardiel pobre y olvidado y en el que Antonio Machado, entre otros muchos, no pudo morir: lo hizo, de forma penosa, en el exilio, poco después de huir del país de las migas.

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