Lo escrito, escrito está

El Supremo británico ordena hacer pública la correspondencia entre el príncipe Carlos y varios ministros

marcos balfagón

El Tribunal Supremo de Reino Unido ha decidido adelantar la Semana Santa, al menos para el príncipe Carlos, con una sentencia que parece emitida por Pilatos, pero no por el lavado de manos más famoso de la historia —que ha pasado a ser sinónimo de quitarse en medio—, sino por una frase, menos recordada, que pronunció horas después: “Lo escrito, escrito está”. Y es que el alto tribunal británico ha dado la razón al diario The Guardian y  ha ordenado que se haga pública la correspondencia entre el heredero de Isabel II y siete ministros del Gobierno de Su Majestad (es decir, de su madre...

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El Tribunal Supremo de Reino Unido ha decidido adelantar la Semana Santa, al menos para el príncipe Carlos, con una sentencia que parece emitida por Pilatos, pero no por el lavado de manos más famoso de la historia —que ha pasado a ser sinónimo de quitarse en medio—, sino por una frase, menos recordada, que pronunció horas después: “Lo escrito, escrito está”. Y es que el alto tribunal británico ha dado la razón al diario The Guardian y  ha ordenado que se haga pública la correspondencia entre el heredero de Isabel II y siete ministros del Gobierno de Su Majestad (es decir, de su madre) entre 2004 y 2005. Una publicación que puede convertir en un calvario el camino que todavía le queda a Carlos de Inglaterra, de 66 años, para llegar al trono. De acuerdo con declaraciones oficiales, el tono con el que príncipe de Gales se dirige a los ministros en esas misivas es “particularmente franco”, una calificación que emitida en el idioma de Shakespeare viene a significar que está a punto de desatarse una tormenta de proporciones monumentales sobre la Casa Real británica y su teórica posición de “neutralidad política”.

Carlos de Inglaterra es famoso por emitir opiniones manifiestamente comprometidas en asuntos que considera de importancia, ya sean las energías renovables o los cultivos ecológicos. E incluso se ha enzarzado en agrias polémicas públicas con arquitectos de renombre sobre lo que, es su opinión, es una desastrosa modernización de Londres. Sin embargo en esta ocasión se trata de comunicaciones directas con el Gobierno, algo que puede levantar ampollas incluso entre los mismos defensores de la institución monárquica, que daría una imagen de excesivo intervencionismo político.

Por si acaso, la oficina del primer ministro ya ha comenzado a poner paños calientes ante la polémica que se avecina y ha señalado que deberá hacer un “trabajo preparatorio” antes de revelar el contenido de las cartas. La sentencia es una derrota para Downing Street que durante diez años ha tratado, según la resolución, de ocultar las cartas, sin duda lamentando que alguna vez fueran redactadas y enviadas. Pero los jueces han hablado: lo escrito, escrito está.

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