Cartas al director

‘In Memoriam’ de don Luis Oruezabal

En los tiempos actuales la gastronomía ha cogido tal auge que algunos podrían catalogar de inusual, casi rayando en el límite de la exageración por lo inflado de su publicidad y promoción que los medios le dedican: véanse Master Chef, Top Chef, etcétera, y las susodichas estrellas Michelin, como parte del universo estelar gastronómico.

Todo esto no hubiera sido posible sin los grandes clásicos de la gastronomía y restauración. Uno de ellos y quizás el más entrañable y querido de todos los restaurantes de Granada es Chikito, que abrió sus puertas para todos los granadinos en el año 1976,...

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En los tiempos actuales la gastronomía ha cogido tal auge que algunos podrían catalogar de inusual, casi rayando en el límite de la exageración por lo inflado de su publicidad y promoción que los medios le dedican: véanse Master Chef, Top Chef, etcétera, y las susodichas estrellas Michelin, como parte del universo estelar gastronómico.

Todo esto no hubiera sido posible sin los grandes clásicos de la gastronomía y restauración. Uno de ellos y quizás el más entrañable y querido de todos los restaurantes de Granada es Chikito, que abrió sus puertas para todos los granadinos en el año 1976, cuando a nuestro amigo Luis se le ocurrió, después de terminar su brillante carrera futbolística, dedicarse al noble oficio culinario. Y para ello escogió uno de los mejores rincones de nuestra ciudad en la plaza del Campillo, en el lugar que antaño ocupara el antiguo café Alameda, punto de encuentro para la tertulia literaria de lo más granado, por entonces, de la intelectualidad granadina, como nuestro querido Federico o el ilustre Manuel de Falla.

Desde el año 1976 estaba el maestro cocinero —que no chef— Antonio Torres, que tristemente nos dejó. Día tras día, noche tras noche, cocinó sin descanso, basándose en su arte y buen hacer, poniendo en valor la cocina tradicional granadina y los productos agroalimentarios de nuestra bella orografía, continuándole en los fogones su hermano el gran maestro cocinero José Torres.

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Luis Oruezabal ha capitaneado este barco durante más de 38 años con buena voluntad y mejor talante, convirtiéndose en el representante más ilustre y embajador imponderable de la gastronomía tradicional granadina.

Estamos convencidos de que sus hijos, con las enseñanzas recibidas y excelente profesionalidad, continuarán la escuela de su padre manteniendo el restaurante Chikito en lo más alto de la gastronomía granadina.

Igualmente deseamos que su mujer, Graciela, se recupere lo antes posible.

Vaya para él nuestro mejor recuerdo y un sentido pésame para su familia. De la familia Carrillo de corazón.— Manuel y Antonio Carrillo Díaz.

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