Tormenta sin ideas

Recuerdo de mi época laboral a aquellos que durante las reuniones de trabajo, en las llamadas tormentas de ideas, se dedicaban exclusivamente a descalificar las ideas ajenas sin aportar algún pensamiento que sugiriese en ellos vida intelectual. Después de revisar la intervención de Pablo Iglesias en Vall de Hebrón, observo que, aparte de las frases panfletarias a las que nos tiene acostumbrados, no hizo sino descalificar a diestra y siniestra y resaltar todo lo mal que hacen las cosas los de “la casta” contraria, puesto que él, ahora, también es casta. Y ahí se quedó, jurando que no abrazaría ...

Recuerdo de mi época laboral a aquellos que durante las reuniones de trabajo, en las llamadas tormentas de ideas, se dedicaban exclusivamente a descalificar las ideas ajenas sin aportar algún pensamiento que sugiriese en ellos vida intelectual. Después de revisar la intervención de Pablo Iglesias en Vall de Hebrón, observo que, aparte de las frases panfletarias a las que nos tiene acostumbrados, no hizo sino descalificar a diestra y siniestra y resaltar todo lo mal que hacen las cosas los de “la casta” contraria, puesto que él, ahora, también es casta. Y ahí se quedó, jurando que no abrazaría ni a Rajoy ni a Mas, lo cual dice muy poco a su favor. Pablo Iglesias se ha convertido en promesa electoral, siendo él el primer sorprendido, después de haber llenado unas cuantas urnas en las europeas y después de haber cambiado su misión y visión sobre nuestra nación.

Todo esto sería irrelevante si al menos en Barcelona hubiese aportado alguna idea para salir de la crisis, alguna aportación sobre cómo actuaría en cualquier cuestión de Estado, cuál es su idea de España o, al menos, hubiese compartido algún pensamiento que nos diese esperanza. Pero no. Optó por lo de siempre: la simpleza de recordarnos lo malos que son los demás, y lo mal que lo han hecho.— J.M. Lorente Hernandis.