Cartas al director

El empobrecimiento cultural

Cada día que pasa me encuentro más atónita ante el concepto, ya realidad, de una población inculta y despreocupada por el enriquecimiento intelectual. ¿Dónde quedaron las tardes sumergidas en libros y el placer de aprender? Actualmente consideramos que la enseñanza es una mera obligación y que solo se debe ceñir a los muros de los recintos educativos, sin darnos cuenta de que nuestra preocupación y tiempo debería dedicarse en gran parte a esto. Los adolescentes, a medida que pasan los años, estamos menos concienciados y dispuestos a mejorar. La educación se convierte en una pesada obligación y...

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Cada día que pasa me encuentro más atónita ante el concepto, ya realidad, de una población inculta y despreocupada por el enriquecimiento intelectual. ¿Dónde quedaron las tardes sumergidas en libros y el placer de aprender? Actualmente consideramos que la enseñanza es una mera obligación y que solo se debe ceñir a los muros de los recintos educativos, sin darnos cuenta de que nuestra preocupación y tiempo debería dedicarse en gran parte a esto. Los adolescentes, a medida que pasan los años, estamos menos concienciados y dispuestos a mejorar. La educación se convierte en una pesada obligación y no disfrutamos de aprender. Es una lástima la falta de preocupación por el lenguaje y la falta de personas que lean por absoluto disfrute y no por simple deber. Debemos saber que nuestros talentos se cultivan y se mejoran todos los días, no de un día para otro, lo que conlleva un gran esfuerzo, pero no contemplo mejor forma de conseguir esto que a través del disfrute, ese disfrute que deberíamos tener cuando aprendemos y el cual sin duda nos conducirá al éxito.— Lucía Gárgoles Verdugo

 

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