Editorial

Un paso significativo

El atentado de Jerusalén realza la necesidad de respaldar el proceso de paz en Oriente Próximo

Ayer el terrorismo volvió a mostrar su peor cara en Jerusalén con el asesinato a cuchilladas de cinco personas que rezaban en una sinagoga. Otras ocho resultaron heridas a manos de los dos terroristas, que fueron abatidos por la policía. Se trata de un hecho execrable para el que no puede existir ninguna justificación ni disculpa. Pero los atentados de fanáticos no pueden servir para condenar a los pueblos ni para torcer decisiones importantes. La violencia —con episodios similares y peores, en uno y otro lado— que desde hace décadas asuela Oriente Próximo es motivo de sufrimiento para sus víc...

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Ayer el terrorismo volvió a mostrar su peor cara en Jerusalén con el asesinato a cuchilladas de cinco personas que rezaban en una sinagoga. Otras ocho resultaron heridas a manos de los dos terroristas, que fueron abatidos por la policía. Se trata de un hecho execrable para el que no puede existir ninguna justificación ni disculpa. Pero los atentados de fanáticos no pueden servir para condenar a los pueblos ni para torcer decisiones importantes. La violencia —con episodios similares y peores, en uno y otro lado— que desde hace décadas asuela Oriente Próximo es motivo de sufrimiento para sus víctimas y de preocupación para la comunidad internacional.

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Varios países de Europa han optado por la estrategia de forzar la superación del punto muerto en el que está el conflicto entre Israel y los palestinos mediante el reconocimiento del Estado palestino, que ya pertenece a Naciones Unidas con el estatus de observador. Y en este contexto —como ya hiciera anteriormente Reino Unido y lo hará en breve Francia— el Parlamento español aprobó ayer una proposición no de ley del Grupo Socialista en la que se insta al Gobierno a reconocer a Palestina como Estado.

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El documento aprobado no hace referencia al momento en el que España reconocerá al nuevo Estado ni amenaza a Israel con aplicar dicho reconocimiento en el caso de que no haya negociaciones, tal y como proponía el texto inicial. Pero estos matices no restan trascendencia —tanto dentro como fuera de España— a la aprobación parlamentaria.

Hacia el interior, porque en un momento de profundo desencuentro de los partidos políticos con la sociedad y entre ellos mismos el grado de consenso alcanzado pone de manifiesto que cuando hay trabajo conjunto y capacidad de diálogo es perfectamente posible lograr un amplio consenso en políticas de Estado. Y hacia el exterior porque, con esta votación, España actúa a la par que la mayoría de sus socios europeos. El Tratado de Lisboa exige que antes de adoptarse acciones exteriores de relevancia se produzca una consulta entre los miembros de la UE. En el caso palestino así ha sucedido; es muy importante para engrasar los mecanismos que allanen el camino a una acción común coordinada, no solo en el caso de Oriente Medio, sino en cualquier otra cuestión.

La estrategia europea, respaldada ayer por el Congreso español, no es tanto la de liderar el proceso de paz en Oriente Medio, sino la de influir y aportar ideas para una resolución positiva del conflicto israelo-palestino. Para ello goza de una posición privilegiada: la UE es el principal socio comercial de Israel y a la vez el primer donante de fondos al Gobierno palestino, y tiene por tanto importantes palancas a su alcance para hacerse oír.

El reconocimiento de Palestina, cuando se produzca, no debe interpretarse como una toma de posiciones contra nadie, sino como una apuesta decidida por el difícil y necesario proceso de paz.

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