Cartas al director

Felicidades, maestro de maestros

Como no existe el Nobel de humoristas gráficos, tal vez el Príncipe de Asturias sea el mejor reconocimiento a su trabajo. Cuando decimos humorista gráfico, en el caso de Quino deberíamos decir filósofo, humanista, educador y muchas más cosas, poniendo “gráfico” al final. Mafalda ha sido una genialidad que ha ensombrecido a otra genialidad muy superior: Quino después de Mafalda. Estimados amigos (cualquier seguidor de Quino es amigo), muchos de vosotros os habréis quedado colgados de Mafalda y no cabrá en vuestra cabeza que su creador pudiese superar este trabajo, pero sí que lo hizo y con crec...

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Como no existe el Nobel de humoristas gráficos, tal vez el Príncipe de Asturias sea el mejor reconocimiento a su trabajo. Cuando decimos humorista gráfico, en el caso de Quino deberíamos decir filósofo, humanista, educador y muchas más cosas, poniendo “gráfico” al final. Mafalda ha sido una genialidad que ha ensombrecido a otra genialidad muy superior: Quino después de Mafalda. Estimados amigos (cualquier seguidor de Quino es amigo), muchos de vosotros os habréis quedado colgados de Mafalda y no cabrá en vuestra cabeza que su creador pudiese superar este trabajo, pero sí que lo hizo y con creces. Evidentemente, la extensión en el tiempo (1964-1973) de este pequeño personaje ayudó a que consideráramos a Mafalda de la familia y a que atrapara nuestros corazones. Pero ¡ay! esto ha impedido que avanzáramos en el conocimiento de los demás trabajos de su autor.

Por eso cuando Quino se acercó ayer a recoger su Premio Príncipe de Asturias, no solo le acompañaba Mafalda, la primera y más entrañable; también iban con él un sinfín de personajes de los que no conocemos su nombre, pero no por eso son menos geniales.— Luis Pérez-Ródenas Espada.

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