Cómo ser anfitrión de los Obama

Hasta 25.000 euros piden a sus invitados Shonda Rhimes, Antonio Banderas o George Clooney para recaudar fondos para el presidente

George Clooney y Michelle Obama durante una cena oficial en marzo de 2012.CORDON PRESS

Por mucho que se prodigue, no es cosa de todos los días que Barack Obama venga a cenar a casa. De ahí la que se monta cada vez que el presidente de Estados Unidos pasa por Los Ángeles para recaudar fondos, un fenómeno que en lo que se refiere a los atascos que acarrea su llegada ya tiene nombre: Obamageddon. Pero ¿y a la hora de la cena? ¿Cómo se prepara uno para atender al líder mundial? “Lo mejor de tener al presidente en casa es que tengo una hermana que es decoradora. Así que la lla...

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Por mucho que se prodigue, no es cosa de todos los días que Barack Obama venga a cenar a casa. De ahí la que se monta cada vez que el presidente de Estados Unidos pasa por Los Ángeles para recaudar fondos, un fenómeno que en lo que se refiere a los atascos que acarrea su llegada ya tiene nombre: Obamageddon. Pero ¿y a la hora de la cena? ¿Cómo se prepara uno para atender al líder mundial? “Lo mejor de tener al presidente en casa es que tengo una hermana que es decoradora. Así que la llamé y le dije 'viene el presidente' y me fui a trabajar. Para ella fueron las Olimpiadas. El sueño de su vida. Para mi, otro día de trabajo”, resumió a este periódico la guionista y productora Shonda Rhimes. La mujer más poderosa de la televisión, detrás de series como Anatomía de Grey o Scandal, lo ve todo muy fácil. De hecho se tomó la visita que Obama le brindó este año a su hogar como documentación para su serie protagonizada por Kerry Washington, “porque eso es lo que ocurre cuando una escribe una serie sobre un presidente”. Pero por mucha leña que le quite, un convite presidencial donde los invitados pagan más de 25.000 euros por persona requiere un poco más de organización. “En eso te doy la razón porque me asombró lo bien organizado que estaba todo”, reconoció la showrunner.

La organización es fundamental. De ahí el asombro causado por las informaciones que describen a Gwyneth Paltrow, la nueva reina del lifestyle, fuera de sí mientras preparaba la última cena que Hollywood le ofreció a su presidente. “Gritando”, “bebiendo”, “fumando”, “a la que salta” son las palabras que fuentes anónimas utilizaron para describir a la actriz mientras daba órdenes a los montadores de la gala. Y eso a las diez de la mañana. “Estuvo mal organizado”, agregó Bret Lewis, vecino y abogado, protestando en The Washington Post porque no pudo ir a su casa ante los cortes de tráfico que provocó la presencia de Obama (y de un séquito de 30 motoristas, helicópteros y servicio secreto) en el lujoso barrio de Brentwood.

Sin embargo la caravana presidencial es uno de los recuerdos más maravillosos que tiene Antonio Banderas de la fiesta que le ofreció en 2011 a Obama. “Esa entrada del coche blindado en el jardín de mi casa fue alucinante”, comentó a este diario sobre la gala para recaudar fondos que celebró junto con su entonces esposa, Melanie Griffith, y la también actriz Eva Longoria. El presidente llegó a los postres y se perdió un menú de tortilla de patatas y las chuletillas de cordero. Pero Obama disfrutó de una entrada alfombrada con pétalos de rosa y engalanada con velas votivas.

Aunque todos ellos arreglaron sus casas para la ocasión, en Hollywood las estrellas se aprovechan del buen tiempo y reciben al presidente en sus jardines. Banderas instaló una gran carpa blanca y colocó más de 200 sillas plegables para acomodar a una lista de invitados que incluyó al entonces alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa, y al también actor George López. George Clooney no tuvo problema con la lista de invitados que reunió para Obama en 2012 al olor del pato pekinés que les cocinó Wolfgang Puck. Barbra Streisand, Robert Downey Jr., Tobey Maguire o Salma Hayek fueron algunos de los reunidos en la carpa transparente que plantó en su cancha de tenis, con cabida para 14 mesas redondas decoradas con hortensias de su jardín y linternas de papel. La carpa desapareció la mañana siguiente para que el presidente pudiera jugar al baloncesto con sus amigos.

“Son cenas serias. Me acuerdo cómo mi hermano me invitó a la recepción que le iba a dar al presidente. En cuando le dije que sí me pidió el dinero”, declaró a EL PAÍS Bob Weinstein en recordatorio del ágape que Harvey, su hermano y también al frente de la productora que lleva su apellido, brindó a Obama hace dos años. Tuvo que pagar unos 25.000 euros, lo máximo que pueden contribuir por persona y que además de cena y compañía presidencial da derecho a sacarse una foto con el premio Nobel de la Paz. En todos estos actos las entradas más baratas parten de los 780 euros, pero sin cena y sin foto, tan sólo por respirar el mismo aire que uno de los hombres más poderosos del mundo. “Conozco al presidente pero no soy de los que se prodiga en estas galas”, comentó a este periódico el actor Edward Norton, también parte del comité presidencial por las artes. Como dijo, no le gustan estos actos de “pollo de plástico”.

Hay convites mejor preparados, de restaurante, como el ofrecido este mes en el White Street de Nueva York, sin mantequilla en el menú para seguir las normas de alimentación saludable que defiende la primera dama, Michelle Obama. “Nos dejamos el culo pelado cocinando porque uno no tiene al presidente todos los días”, comentó el chef Floyd Cardoz tras prepararle un menú de lenguado, chuletitas y sopa de calabaza. Donde tienen al presidente a menudo es en el hotel The Jefferson, a unas manzanas de la Casa Blanca. Tal es su asiduidad que la revista CondeNast llama “entrada BaRack” a esa discreta puerta que lleva a la bodega privada del restaurante Plume, parte del hotel y por donde el líder estadounidense se mueve sin ser visto. En el caso de Zach Galifianakis, el actor y cómico tiene la suerte de conocer a Obama en su terreno. “Lo más divertido del menú de la cafetería de la Casa Blanca es que tienen un postre llamado ‘libertad de chocolate’. ¡Imagínate las bromas!”, cuenta entre risas.

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