Cartas al director

Los ceros del dragón

Leo en este diario la crónica sobre el viaje, parece que exitoso en términos económicos, del presidente Rajoy a China. En su discurso oficial ante las autoridades de aquel país ni una sola mención a los derechos humanos, lo que sonrojaría a cualquier demócrata pero no puede extrañarnos ni en nuestro Gobierno ni en ningún otro que desee hacer negocios con el gigante asiático. Una sola mención al tema basta para que los ceros del lustroso contrato desaparezcan uno tras otro.

El secreto, más bien receta, del éxito económico chino no es otro que tener una población ingente carente de los má...

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Leo en este diario la crónica sobre el viaje, parece que exitoso en términos económicos, del presidente Rajoy a China. En su discurso oficial ante las autoridades de aquel país ni una sola mención a los derechos humanos, lo que sonrojaría a cualquier demócrata pero no puede extrañarnos ni en nuestro Gobierno ni en ningún otro que desee hacer negocios con el gigante asiático. Una sola mención al tema basta para que los ceros del lustroso contrato desaparezcan uno tras otro.

El secreto, más bien receta, del éxito económico chino no es otro que tener una población ingente carente de los más elementales derechos laborales, políticos y, en parte, humanos lo que abarata sustancialmente la mano de obra y logra el milagro. Casi todas las potencias emergentes en el mundo (India, por ejemplo) basan su crecimiento en hacer oídos sordos a lo que en Europa o EE UU son derechos fundamentales. En cualquier caso y como, lacónicamente, diría la ONU se trata de “asuntos internos” por lo que nuestra preocupación debería fijarse en la intensidad de nuestra connivencia con unos modelos que, por medio de la compra de deuda masiva, amenazan el nuestro.— Juan C. Mella.

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