Columna

Tu siembra

Vamos a desviarnos por un camino lateral y cuando mi padre no dude en atravesar zanjas profundas llenas de barro voy a sentir que es, como siempre fue, una máquina de voluntad contra todo desastre

Vamos a ir en el auto, por la ruta, conversando, una pequeña burbuja seca entre campos inundados. Vamos a recordar los antiguos carnavales de la zona, y las cacerías de liebres en las noches heladas, nuestra pequeña familia en la oscuridad cegadora, afiebrados por el furor de estar juntos. Vamos a hablar de perdices y de pejerreyes, y vamos a mirar los campos de maíz bajo las aguas, y mi padre me va a decir que en enero fue la sequía y en marzo el granizo y que ahora es la inundación, y que acá, como en todas partes, cada quien se está arreglando como puede. Vamos a hablar de un asilo de niños...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Vamos a ir en el auto, por la ruta, conversando, una pequeña burbuja seca entre campos inundados. Vamos a recordar los antiguos carnavales de la zona, y las cacerías de liebres en las noches heladas, nuestra pequeña familia en la oscuridad cegadora, afiebrados por el furor de estar juntos. Vamos a hablar de perdices y de pejerreyes, y vamos a mirar los campos de maíz bajo las aguas, y mi padre me va a decir que en enero fue la sequía y en marzo el granizo y que ahora es la inundación, y que acá, como en todas partes, cada quien se está arreglando como puede. Vamos a hablar de un asilo de niños que visitábamos cuando yo era chica, y él va a decir que son cosas que sólo recuerda cuando le hago recordar (va a decir: “Cosas que no se fueron a ninguna parte”). Vamos a desviarnos por un camino lateral y cuando mi padre no dude en atravesar zanjas profundas llenas de barro voy a sentir que es, como siempre fue, una máquina de voluntad contra todo desastre. Vamos a conducir entre el agua y los pozos y vamos a ver, a lo lejos, el vapor dorado de una máquina cosechando maíz, y vamos a detenernos y mi padre va a decir que conoce al dueño de ese campo, un hombre de fortuna que vive ahí, en una casa modesta pegada a un chiquero, y que cuando le ha preguntado por qué quiere vivir ahí el hombre le ha respondido: “Porque es tranquilo”. “Yo no sé”, va a decir mi padre, “qué sentido tiene vivir solamente para estar tranquilo”. Y yo le voy a decir que tampoco sé, y voy a pensar que soy la hija de mi padre, y voy a recordar, involuntariamente, aquella frase con que termina Noches azules, de Joan Didion, que dice que uno no teme por lo que ya perdió, sino por lo que todavía no ha perdido.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En