Cartas al director

Maltrato infantil

Son escalofriantes los datos expuestos por entidades internacionales y nacionales sobre la situación de maltrato infantil en España. No obstante, más allá de las diferentes definiciones que acotan qué es el maltrato infantil, y más allá de la visibilidad e invisibilidad de la forma de maltrato definido por Barudy, se puede afirmar que el conocimiento de la realidad del número de niños que sufren algún tipo de maltrato es ínfima; tanto que lo “conocido” se asemeja a la parte visible de un iceberg.

Se puede comprender que rechacemos esa imagen mental de golpes, abusos y violencia al infan...

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Son escalofriantes los datos expuestos por entidades internacionales y nacionales sobre la situación de maltrato infantil en España. No obstante, más allá de las diferentes definiciones que acotan qué es el maltrato infantil, y más allá de la visibilidad e invisibilidad de la forma de maltrato definido por Barudy, se puede afirmar que el conocimiento de la realidad del número de niños que sufren algún tipo de maltrato es ínfima; tanto que lo “conocido” se asemeja a la parte visible de un iceberg.

Se puede comprender que rechacemos esa imagen mental de golpes, abusos y violencia al infante, así como que se forme un escenario empantanado de mitos y de falsas creencias: “Solo ocurre en ambientes especiales y en situaciones especiales” o, en palabras de Horno, “en mi casa esto no pasa”, “si sucediera en mi familia yo me daría cuenta”.

Sin embargo, es complicado abordar la violencia infantil en su globalidad si entendemos que la misma pertenece a un escenario ajeno al nuestro. Esta convención social se debe al tabú y, por ende, los secretos que encierra la violencia infantil. Por ello, debemos romper el tabú que supone el maltrato infantil en nuestra localidad y visibilizar el dolor que convive con nosotros.— Sheila Reyes del Pino.

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