Cartas al director

Educando la educación

La sociedad está en constante evolución. Los niños tienen un papel cada vez más relevante, se han convertido en protagonistas del ámbito socio-educativo. Desde hace unos años, y cada vez más, nos encontramos con una sociedad donde los padres, en lugar de fortalecer las expectativas de los hijos ante su futuro a través de buenas conductas de educación dirigidas a la constancia, la perseverancia y el esfuerzo, los sobreprotegen, transformándolos así en niños dependientes e incapaces de hacerse valer por sí mismos.

El problema radica en la educación que reciben en casa, especialmente a tra...

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La sociedad está en constante evolución. Los niños tienen un papel cada vez más relevante, se han convertido en protagonistas del ámbito socio-educativo. Desde hace unos años, y cada vez más, nos encontramos con una sociedad donde los padres, en lugar de fortalecer las expectativas de los hijos ante su futuro a través de buenas conductas de educación dirigidas a la constancia, la perseverancia y el esfuerzo, los sobreprotegen, transformándolos así en niños dependientes e incapaces de hacerse valer por sí mismos.

El problema radica en la educación que reciben en casa, especialmente a través del buen uso que hacen los padres de los ejemplos conductuales. Un niño no aprenderá nunca que en el cine debe callar aunque sus padres se lo repitan muchas veces, si alguno de sus progenitores tiene una conducta irrespetuosa al cine. Una buena educación debe permitir establecer unas normas de convivencia básicas, como hace años atrás se tenían —y que parece que actualmente hayan desaparecido— y de disciplina.

Ser “buenos padres” no es sobreproteger al niño diariamente, lo único que se consigue así es que éste no tenga interés en investigar, buscar y descubrir lo que le fascina. Tampoco se cuestionará nunca el porqué de todo lo que lo rodea. La educación debe ir dirigida a potenciar las capacidades de los niños con una buena predisposición, tiempo de dedicación y una buena disciplina, sin olvidar que los niños son niños.— Esther Barniol Xicota.

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