Cartas al director

Precisiones

La carta titulada Elecciones europeas(EL PAÍS del domingo 11 de mayo) yerra al relacionar directamente las elecciones al Europarlamento y la del presidente de la Comisión Europea quien, como todos los comisarios, es elegido por el Parlamento y por el Consejo Europeo (la Asamblea de los jefes de Estado y Gobierno de los 28 Estados miembros) de entre varios “favoritos”, no candidatos, de distintas tendencias políticas. Podemos, pues, influir indirectamente en su elección por la doble vía de las elecciones legislativas nacionales y las europeas.

Angela Merkel ciertamente manda más...

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La carta titulada Elecciones europeas(EL PAÍS del domingo 11 de mayo) yerra al relacionar directamente las elecciones al Europarlamento y la del presidente de la Comisión Europea quien, como todos los comisarios, es elegido por el Parlamento y por el Consejo Europeo (la Asamblea de los jefes de Estado y Gobierno de los 28 Estados miembros) de entre varios “favoritos”, no candidatos, de distintas tendencias políticas. Podemos, pues, influir indirectamente en su elección por la doble vía de las elecciones legislativas nacionales y las europeas.

Angela Merkel ciertamente manda más que el presidente de la Comisión Europea, quien desgraciadamente —opino— no manda nada; sólo puede proponer leyes que Consejo y Parlamento aprueban (generalmente muy alteradas) o rechazan. La imagen de poder de la Comisión deriva de su papel de control del cumplimiento de la legislación comunitaria.

No es exacto que la señora Merkel dirija Europa. Como funcionario comunitario cada día observo el gran poder e independencia del Parlamento y no puedo exagerar la importancia del voto en las elecciones europeas. Con el Tratado de Lisboa prácticamente todo lo que se aprueba en Bruselas es por codecisión: el PE tiene tanto poder como los jefes de Estado.

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En el PE no sólo hay dos grupos. Los partidos pequeños se agrupan y se hacen oír mucho más que en un parlamento nacional. Aunque la ley electoral favorezca el bipartidismo no favorece a dos partidos concretos, sino a los dos más votados. Si los que se han alternado en el poder no convencen, busquemos otro que sí y votemos por él. Ese es el único voto útil.

Nuestra democracia funciona si la hacemos funcionar. Ejerzamos nuestro derecho (y nuestro deber) el día 25, y pidamos cuentas —si procede— a quienes nos representan.— José Luis Vivas Bailo.

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