Mandela: Tenemos miedo a nuestra luz

Hemos perdido a Nelson Mandela, quien nos enseñó la capacidad que tiene el perdón, la tolerancia y el respeto en la defensa de los derechos humanos. Desde este espacio, le rendimos un sincero homenaje, a través de las palabras que pronunció en su discurso como Presidente electo de Sudáfrica y que reflejan lo que fue su vida: Un ejemplo de grandeza y de ausencia de miedo a ser grande.

Gracias, Madiba.



Autora: Marianne Williamson, citada por Nelson Mandela....

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Hemos perdido a Nelson Mandela, quien nos enseñó la capacidad que tiene el perdón, la tolerancia y el respeto en la defensa de los derechos humanos. Desde este espacio, le rendimos un sincero homenaje, a través de las palabras que pronunció en su discurso como Presidente electo de Sudáfrica y que reflejan lo que fue su vida: Un ejemplo de grandeza y de ausencia de miedo a ser grande.

Gracias, Madiba.

Nuestro mayor temor no consiste en no ser adecuados.

Nuestro temor consiste en que somos poderosos más allá de toda medida.

Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza.

Nos preguntamos: “¿Quién soy yo para ser brillante, espléndido, talentoso, fabuloso?”

Pero, en realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo de Dios.

Tus pequeños juegos no sirven al mundo.

Disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación.

Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños.

Nacemos para manifestar esta gloria que está dentro de nosotros.

Y no es que esté solo en algunos, está en todos nosotros.

En la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz,

damos a otros permiso para hacer lo mismo.

En la medida en que nos liberamos de nuestro miedo,

nuestra presencia libera automáticamente a otros.

Autora: Marianne Williamson, citada por Nelson Mandela.

Nuestro mayor temor no consiste en no ser adecuados. Nuestro temor consiste en que somos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que nos atemoriza. Nos preguntamos: “¿Quién soy yo para ser brillante, espléndido, talentoso, fabuloso?” Pero, en realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo de Dios. Tus pequeños juegos no sirven al mundo. Disminuirte a ti mismo para que los demás no se sientan inseguros a tu lado no tiene nada que ver con la iluminación. Todos estamos hechos para brillar, como brillan los niños. Nacemos para manifestar esta gloria que está dentro de nosotros. Y no es que esté solo en algunos, está en todos nosotros. En la medida en que dejamos que brille nuestra propia luz, damos a otros permiso para hacer lo mismo. En la medida en que nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros.

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