Cartas al director

Un catalán asustado

Soy un catalán asustado. Asustado porque la política invade todos los espacios de mi sociedad. No la política como debate, claro, sino la imposición de una sola opción, la oficial. En mi sociedad, las campanas de las iglesias repicaron al unísono a una hora concreta el 11 de septiembre a petición de las organizaciones independentistas. En mi sociedad, los conciertos benéficos del Liceo no acaban con aplausos a los músicos altruistas, sino coreando soflamas por la independencia. En mi sociedad, los colegios concertados, como el de Jesuitas al que llevo a mi hijo, se pronuncian a favor del “dere...

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Soy un catalán asustado. Asustado porque la política invade todos los espacios de mi sociedad. No la política como debate, claro, sino la imposición de una sola opción, la oficial. En mi sociedad, las campanas de las iglesias repicaron al unísono a una hora concreta el 11 de septiembre a petición de las organizaciones independentistas. En mi sociedad, los conciertos benéficos del Liceo no acaban con aplausos a los músicos altruistas, sino coreando soflamas por la independencia. En mi sociedad, los colegios concertados, como el de Jesuitas al que llevo a mi hijo, se pronuncian a favor del “derecho a decidir” (eufemismo del “derecho de autodeterminación”), desoyendo las reiteradas peticiones de imparcialidad de la asociación de padres de alumnos. En mi sociedad, los “valientes” partidarios del pensamiento oficial imponen su ley incluso allí donde deberíamos ser todos bienvenidos, como las iglesias, las salas de conciertos y los colegios. Que me expliquen a mí si eso no es deslizarse hacia un modelo de sociedad que ya conocemos y no nos gustaría repetir. Que me digan a mí si no es para asustarse.— Javier Osorio Aguilar.

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