Cartas al director

Sana envidia de Francia

Como maestro jubilado, he sentido una sana envidia con la publicación en Francia de la Carta del Laicismo, con una declaración de derechos y deberes de los alumnos en los centros públicos reflejados en 15 mandamientos. Envidia sana del país vecino, cuna de la libertad, al comprobar cómo va a llegar el ocaso de una vida con 43 cursos a mis espaldas sin atisbar la más mínima esperanza de ver en nuestro país que la Iglesia deja de estar presente en los centros docentes en todas sus manifestaciones. Aquí, a pesar de estar recogido en nuestra Constitución, seguimos sin tener un Estado laico, seguim...

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Como maestro jubilado, he sentido una sana envidia con la publicación en Francia de la Carta del Laicismo, con una declaración de derechos y deberes de los alumnos en los centros públicos reflejados en 15 mandamientos. Envidia sana del país vecino, cuna de la libertad, al comprobar cómo va a llegar el ocaso de una vida con 43 cursos a mis espaldas sin atisbar la más mínima esperanza de ver en nuestro país que la Iglesia deja de estar presente en los centros docentes en todas sus manifestaciones. Aquí, a pesar de estar recogido en nuestra Constitución, seguimos sin tener un Estado laico, seguimos sin “garantizar una libertad de conciencia que permita el ejercicio de la ciudadanía, conciliando la libertad de cada uno con la igualdad y fraternidad” (artículo 4 de los mencionados mandamientos).

Habría que escribir dichos mandamientos (EL PAÍS, 10-9-2013, página 32) y grabarlos en mármoles con letras de oro en la entrada de nuestras escuelas.— Antonio Jiménez García.

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