Cartas al director

Respetar el ritmo de cada niño

Si en una residencia de ancianos nos dijeran que, por falta de personal, los ancianos que no puedan valerse solos tendrán que aguantarse hasta que el cuidador pueda atenderlo, ¿no nos echaríamos las manos a la cabeza?

Pues eso es lo que pasa en el primer curso de infantil. El maestro tiene a su cargo 25 niños de entre dos y tres años, entre los que habrá mucha diferencia, lógicamente. Pero, tengan el ritmo que tengan, todos tendrán que: saber pedir sus necesidades, ir solos al baño, bajarse los pantalones, hacer su necesidad, limpiarse, subirse los pantalones.

No es una crítica a...

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Si en una residencia de ancianos nos dijeran que, por falta de personal, los ancianos que no puedan valerse solos tendrán que aguantarse hasta que el cuidador pueda atenderlo, ¿no nos echaríamos las manos a la cabeza?

Pues eso es lo que pasa en el primer curso de infantil. El maestro tiene a su cargo 25 niños de entre dos y tres años, entre los que habrá mucha diferencia, lógicamente. Pero, tengan el ritmo que tengan, todos tendrán que: saber pedir sus necesidades, ir solos al baño, bajarse los pantalones, hacer su necesidad, limpiarse, subirse los pantalones.

No es una crítica a los maestros, cuyo trabajo con tantos niños de esa edad es admirable; es una crítica al sistema de educación pública, que, saltándose las recomendaciones de todos los expertos sobre respetar el ritmo de cada niño, obliga al maestro a enfrentarse solo a la tarea de educar a los niños y atenderlos en sus necesidades.

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Cuando planteamos en la reunión escolar la posibilidad de contratar un cuidador de apoyo entre todos los padres, me informan de que la Administración no permite que personal ajeno a ella esté en las aulas en horario lectivo. Y a mí se me llevan los demonios: mi hijo entrará en septiembre en un colegio donde, hasta que su grado de madurez se lo permita, llegará todos los días con el culo sucio.

Me parece que esto no es lo que yo llamo una educación digna.— Irene Rodríguez Antúnez.

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