Volcados en el servicio público
Un accidente de montaña se llevó la vida de nuestro hijo Jordi Coll Marfagon en San Vito lo Capo (Sicilia) el 3 de abril. Aturdidos por la noticia, tomamos un avión para Trapani. En el aeropuerto nos esperaban, además de la compañera y amigos de Jordi, el cónsul honorario en Palermo, señor Caramanna, y el alcalde de San Vito.En él encontramos ayuda y consuelo; había dispuesto un coche del municipio para desplazarnos, consiguió que los carabanieri nos esperaran por la noche, que el forense realizara la autopsia el sábado 6, además de reservarnos habitación sin cargo en un hotel entre o...
Un accidente de montaña se llevó la vida de nuestro hijo Jordi Coll Marfagon en San Vito lo Capo (Sicilia) el 3 de abril. Aturdidos por la noticia, tomamos un avión para Trapani. En el aeropuerto nos esperaban, además de la compañera y amigos de Jordi, el cónsul honorario en Palermo, señor Caramanna, y el alcalde de San Vito.En él encontramos ayuda y consuelo; había dispuesto un coche del municipio para desplazarnos, consiguió que los carabanieri nos esperaran por la noche, que el forense realizara la autopsia el sábado 6, además de reservarnos habitación sin cargo en un hotel entre otras muchas gestiones.
Al no ser posible la incineración en Sicilia nos desplazamos en barco a Nápoles. En el puerto encontramos la figura solitaria del cónsul general señor Fuertes esperándonos a las siete de la mañana del domingo. Nos acompañó a la incineradora, a 100 kilómetros de Nápoles, hablando con el aeropuerto para evitar contratiempos en nuestro regreso con las cenizas de nuestro hijo. No se marchó hasta estar seguro de que embarcábamos sin problemas.
El mejor agradecimiento que podemos mostrar a los dos cónsules es exponer públicamente su apoyo. Todavía hay profesionales volcados en el servicio público, buenas personas que nos han sostenido en momentos tan duros.— Juan Coll Morell.