Cartas al director

Eurovegas: la ‘no ciudad’

La propuesta del señor Adelson para implantar en Madrid un gran centro “lúdico”, básicamente juego y prostitución, con adornos florales para engaño de ingenuos o aprovechados, merece no solo una descalificación jurídica, política y moral, sino también, y con igual radicalidad, urbanística.

La elección de la localización de Eurovegas se ha dejado a la interesada decisión del propietario, como si el Gobierno regional fuera ajeno a cualquier modelo territorial. Renunciar a decidir dónde se asienta una gran promoción inmobiliaria, sea cual sea su nombre, supone un atentado a un principio ir...

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La propuesta del señor Adelson para implantar en Madrid un gran centro “lúdico”, básicamente juego y prostitución, con adornos florales para engaño de ingenuos o aprovechados, merece no solo una descalificación jurídica, política y moral, sino también, y con igual radicalidad, urbanística.

La elección de la localización de Eurovegas se ha dejado a la interesada decisión del propietario, como si el Gobierno regional fuera ajeno a cualquier modelo territorial. Renunciar a decidir dónde se asienta una gran promoción inmobiliaria, sea cual sea su nombre, supone un atentado a un principio irrenunciable en cualquier política urbanística solvente: aprovechar la oportunidad que ofrecen los vacíos territoriales, especialmente los comprendidos en el área metropolitana más densa, para completar, mejorar y revitalizar la estructura urbana de nuestra región, construyendo un territorio urbano polinuclear.

En casos como el presente, en el que la localización no está prevista en ningún planeamiento de ámbito regional o municipal, debe exigirse, al menos, que el promotor someta a debate público un estudio de impacto territorial, en cuanto a su incidencia medioambiental, a su coherencia con las infraestructuras existentes o proyectadas, su incidencia en la economía regional, y el análisis coste-beneficio, en el que se cuantifiquen claramente tanto las inversiones empresariales como las públicas.

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Una condición para que operaciones inmobiliarias de esta magnitud se conviertan en piezas enriquecedoras del tejido urbano ya consolidado es que alberguen una diversidad propia de la ciudad (residencia, comercio, equipamientos, parques… y algún prostíbulo). Nunca puede reducirse a un espacio destinado al monocultivo o la preponderancia de un uso dominante. Los nuevos desarrollos urbanos de esta magnitud deben estar conectados con el resto de la estructura urbana regional y nunca pueden convertirse en un gueto cerrado y defendido por alambradas y guardias de seguridad.

Eurovegas es un claro ejemplo de lo que me atrevo a calificar como una no ciudad. Con intuición semejante a la de la presidenta de la Comunidad, aseguro que el señor Adelson ha elegido Madrid solo porque ha encontrado la complacencia de un Gobierno regional dispuesto a relajar normas para facilitar el asentamiento de este bien providencial.— Eduardo Mangada. Arquitecto.

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