La lucha contra el fuego
Es evidente que la limpieza de los montes dificulta y en muchos casos impide el fuego. Basta ver el estado de nuestros montes para comprender lo fácilmente que pueden incendiarse tanto de forma natural como provocada.
Si cada municipio tuviera la obligación de mantener una pequeña cabaña de cabras, ovejas o caballos que impidiera que sus montes se convirtieran cada verano en una gasolinera a la espera de una colilla, un rayo de luz reflejado en una botella o una autocombustión natural producto de una temperatura alta y una ínfima humedad; nuestros montes respirarían mucho más tranquilos...
Es evidente que la limpieza de los montes dificulta y en muchos casos impide el fuego. Basta ver el estado de nuestros montes para comprender lo fácilmente que pueden incendiarse tanto de forma natural como provocada.
Si cada municipio tuviera la obligación de mantener una pequeña cabaña de cabras, ovejas o caballos que impidiera que sus montes se convirtieran cada verano en una gasolinera a la espera de una colilla, un rayo de luz reflejado en una botella o una autocombustión natural producto de una temperatura alta y una ínfima humedad; nuestros montes respirarían mucho más tranquilos. Lejos de ello, nuestros incendiarios encuentran su trabajo prácticamente hecho en las propias condiciones en que se encuentra su objetivo.
Cientos de millones se invierten en intentar apagar unos fuegos que en circunstancias normales no deberían surgir. Con bastantes menos, unos montes limpios nos darían veranos más tranquilos, con muchas menos vidas y haciendas perdidas.— Juan Carlos Antón.