Cartas al director

La abstención potencial como síntoma

Tres han sido los grandes titulares con los que los principales medios de comunicación han condensado los resultados del último barómetro —el del mes de julio— del CIS; a saber: el acusado desgaste electoral del PP, el estancamiento de las expectativas electorales del PSOE y el clima social caracterizado por el pesimismo económico y el descontento político.

Pero hay un dato que ha pasado desapercibido y sobre el que, no obstante, merece la pena detenerse: por primera vez —siguiendo la serie de intención directa de voto del CIS que comienza en enero de 1996— la primera opción de los elec...

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Tres han sido los grandes titulares con los que los principales medios de comunicación han condensado los resultados del último barómetro —el del mes de julio— del CIS; a saber: el acusado desgaste electoral del PP, el estancamiento de las expectativas electorales del PSOE y el clima social caracterizado por el pesimismo económico y el descontento político.

Pero hay un dato que ha pasado desapercibido y sobre el que, no obstante, merece la pena detenerse: por primera vez —siguiendo la serie de intención directa de voto del CIS que comienza en enero de 1996— la primera opción de los electores, cuando se les pregunta a qué partido votarían si se celebraran ahora las elecciones generales, es la abstención.

Frente a una amplia y variada oferta electoral, casi uno de cada cuatro electores se decantaría hoy por “no votar”. Algo que debe hacer reflexionar a todos y cada uno de los partidos con representación parlamentaria sobre las causas y consecuencias de tanto malestar político, y especialmente a los dos grandes partidos, PP y PSOE. Para la clase política, el tiempo de la retórica hace tiempo que pasó. Es hora de reaccionar y de hacerlo ya.— Marta Romero.

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