Cartas al director

Sin mala conciencia

En la primera página de EL PAÍS del 22 de junio el señor Dívar afirma que no tiene conciencia de haber hecho nada malo. Lo creo. La enorme tasa de corrupción de este país nuestro procede de la idea de que, cuando alguien accede a un cargo de cierta importancia, no considera que sea un puesto de servicio sino un premio a sus méritos y, a partir de ahí, la finca es suya y dispone de ella a su antojo, sin mala conciencia, ¿por qué la tendría?

Es evidente que después de 30 años la conciencia democrática del deber de dar explicaciones a los ciudadanos por el uso que han hecho del poder que s...

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En la primera página de EL PAÍS del 22 de junio el señor Dívar afirma que no tiene conciencia de haber hecho nada malo. Lo creo. La enorme tasa de corrupción de este país nuestro procede de la idea de que, cuando alguien accede a un cargo de cierta importancia, no considera que sea un puesto de servicio sino un premio a sus méritos y, a partir de ahí, la finca es suya y dispone de ella a su antojo, sin mala conciencia, ¿por qué la tendría?

Es evidente que después de 30 años la conciencia democrática del deber de dar explicaciones a los ciudadanos por el uso que han hecho del poder que se les dio ni se les pasa por la cabeza. Mucha “educación de ciudadanía” (no de la ciudadanía) nos falta todavía.— Violeta Díaz-Corralejo.

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